Nuevo barba azul
En verano, practico el deporte de leer libros largos y ya tengo reservado uno para este. Me acaban de regalar La Araucana , poema épico de Alonso de Ercilla: 1.461 páginas. Una edición crítica del catedrático casi leonés Luis Gómez Canseco, para la Biblioteca Clásica de la RAE. «¡Menudo tocho!, ¿Le regalan libros sus enemigos?», me preguntará ese lector al que un microrrelato ya le parece largo. Estamos ante una joya de nuestra literatura, ahora primorosamente editada. En tres entregas (1568, 1578 y 1589), Ercilla nos cuenta en octavas reales las guerras de los conquistadores españoles contra los indios araucanos, en Chile. Luchó en ellas, pero también le puso cuento. Se vendió mucho y le sirvió para medrar en la Corte, además de para hacer negocios no siempre honorables. Contiene emboscadas, luchas, combates, penalidades, viajes astrales… y hasta toques de humor. Pese a no estar a la altura de nuestros mejores poetas, como narrador en verso es extraordinario. «Solo en el Homero de la Ilíada puede encontrase un mundo tan implacable y extraordinario, una narración tan viva y tan potente como la de Ercilla», escribe Gómez Canseco. Un ejemplo: un conquistador tras recibir un flechazo en un ojo se arranca el mismo la punta y sigue peleando. Los barba azules llamamos en casa a esta colección, por el color de su portada y que los identifica en la estantería. Editar un poema épico también tiene su épica, has de pasar mucho tiempo solo sobre un puente colgante, con cientos de metros de caída libre y pirañas esperándote abajo para hacerse un carpaccio. Aquí, don Luis, barrunto, lo ha pasado victorioso. El autor lo tuvo más fácil, estuvo 30 años componiendo y/ o retocando sus 2.634 octavas reales.
Ercilla no debió de ser la clase de persona a la que le dejas tus espuelas nuevas. Por ello, el editor apunta con retranca en su estudio: «Siempre hay quien cree que ser malo tiene su aquel. O no». Pues sí.
Dado que don Luis veranea en Omaña, tierra de sus abuelos, si este verano me propone practicar juntos cualquier deporte de riesgo podré decirle: «ya me gustaría, pero me pilla leyendo su Araucana ». Y será verdad. Los barba azules de la RAE son —por fuera y por dentro— del mejor lapislázuli.