Cerrar

Creado:

Actualizado:

Los agricultores han estallado esta semana contra esta ola de calor que nos ha venido a todos por sorpresa y que nos ha adelantado los peores rigores del verano. Al parecer, el campo leonés, el que sobrevive en secano, no está preparado para aguantar estas altas temperaturas en esta época del año, y sin el colchón de humedad al que nos tiene acostumbrados la primavera. En definitiva, que ya advierten de las numerosas pérdidas económicas que este año tendrán que soportar por este adelantado cambio de estación. Aunque muchos apuntan a que estas temperaturas se deben a una masa de aire muy cálida procedente de África, no hay que cerrar más los ojos ante las evidencias del cambio climático, ese que curiosamente muchos niegan y son los primeros que se quejan de sus efectos.

Los fenómenos meteorológicos extremos, las olas de calor, las lluvias torrenciales, las tormentas, las sequías, son cada vez más frecuentes e intensos en todo el planeta y forman ya pare de nuestra vida y de nuestra actualidad informativa, precisamente por provocar grandes impactos en la sociedad, como la pérdida de cultivos y tierras agrícolas, destrucción de propiedades y trastornos económicos grave.

El cambio climático está detrás también de la virulencia con la que los incendios afectan a nuestro medio natural. Amplios capítulos de sequía, altas temperaturas y terrenos desertizados son los ingredientes indispensables para una tragedia medio ambiental.

Precisamente, la ONU hacía ayer un llamamiento urgente a reducir el uso de combustibles fósiles alegando que la concentración de gases de efecto invernadero, el nivel del mar, el contenido calorífico de los océanos y su acidificación batieron récords en 2021 y evidenciando así que el cambio climático empeora. Claro que lo hace un día después de que Europa propusiera volver a arrancar las centrales de carbón y las nucleares para frenar la dependencia del gas ruso, justo cuando España ha cerrado todas las minas de carbón y avanza, eso sí, a trompicones, hacia una incierta transición energética, que no termina de despegar y que nos tiene a todos con las carteras temblando ante los imparables aumento de los precios de la luz y los combustibles.