Diario de León

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No soy leonesista, pero tengo sentido común y no se me ocurre ningún motivo por el que nuestros quesos leoneses deban ser etiquetados como castellanos. «Facilitaría las exportaciones», se argumenta desde la consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, ahora en manos de Vox. Bueno, también si en la fotografía de esta columna salgo con sombrero cordobés y guitarra flamenca es posible que me lean más en los tablados, pero ¿y si no me veo así? Además, no toco la guitarra. A mí me gusta el gazpacho andaluz y también el manchego, pero como no son iguales quiero que me los ofrezcan diferenciados. Entendámonos, no es mala compañía mostrarse junto al queso castellano, como tampoco lo sería con la fabada asturiana, el pulpo a la gallega… o con el sushi. Lo que importa es que esté rico y que sea saludable. Admitido esto, plantear hoy una «globalización» autonómica es ir contracorriente del sentir de los ciudadanos de dos regiones, no enfrentadas —como pretenden algunos— pero sí distintas. Por supuesto, hay características comunes entre ambos quesos, pero también diferencias. Y estas son alicientes, no problemas. ¿Qué unificándolos se doblaría la eficacia promocional en el extranjero? No se trata de ir separados, sino diferenciados. Pero estamos también ante una cuestión de tacto político. No hay que ser leonesista para percibir que existe una susceptibilidad. ¿Para qué echar más leña al fuego de los recelos?

No es necesario ser un devoto del actual sistema de ordenación territorial para que te chirríen las palabras del vicepresidente de la Junta de Castilla y León, García-Gallardo, también de Vox: «Las autonomías son un engaño para todos, una estafa para España. La ruina». Dado el sufrimiento insoportable que le espera, en su bien remunerado, cargo, debería pedir un plus. Pobrín, decimos los leoneses.

Tampoco hay que ser republicano para sentir indignación con el comportamiento del rey emérito, antes y durante su visita. «Explicaciones… ¿de qué?». Y se le escapó una risa. Pretende vendernos el agujero del gruyère. No siempre rico es sinónimo de bueno. En este país, a quien se la den ya con queso suizo es porque quiere. Me quedo con Felipe VI. En él sí que tenemos una gran marca.

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