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La suma de indicadores que dibujan el abismo económico y demográfico, patrocinado por la retahíla de estudios machacones del INE, nos otorga un alivio con el listado que mide la cobertura de las barras de los bares. Nuestra salud, literal, sin lugar a la metáfora, se mantiene dentro de unos niveles adecuados, pese a los cierres, atenuados por la merma del padrón que nos permite ampararnos en el consuelo idiota de que mientras menos seamos a más tocamos. Como resultado, el hito queda en un establecimiento hostelero por cada 142 habitantes. Hemos andado mejor, aunque no está mal, salvo que nos dé por ir a todos a la vez o meternos en el mismo: algo muy leonés. Pero ni en esto podemos quedar tranquilos, después de la alerta que avisa de la escasez de camareros para cubrir la demanda existente. Habíamos tenido falta de pediatras, de agricultores, de informáticos y hasta de capadores de topillos, pero en una provincia donde el paro afloja más nóminas cada mes que cualquier empresa, ahora se nos viene abajo el negocio por la manía de la gente de querer cotizar por las horas que trabaja, contar con un horario que no se improvise cada noche y tener un salario digno.

Creíamos que para poner una caña servía cualquiera, pero resulta que hay que valer, como me demuestran cada día tantos profesionales que sientan cátedra en las barras de esos bares en los que la plantilla no cambia con la frecuencia del gerente del complejo hospitalario. La demanda se activa junto a otros empleos para los que se complica hallar aspirantes, según advierten los empresarios, como el caso de los albañiles, quizá por escrúpulos similares que no piensan en el conjunto de la economía. Nadie se explica que se multipliquen los aspirantes a consejero de la Junta, diputado o director general de la Cultural cada vez que se abren estos procesos de selección, sin necesidad de justificar resultados, pero que nunca aparecen en la lista de difícil cobertura, pese a su cotización mínima, las penurias de sus condiciones, los horarios interminables y la raquítica nómina. El problema se enquista con el análisis del escenario laboral en la provincia. A la cola nacional de la tasa de actividad, el 87,7% de los ocupados leoneses se alojan en el sector servicios, sin apenas rastro de una industria que se reserva para otros territorios. León tiene que cumplir con su papel de parque temático de la naturaleza y el ocio. Nada más. Pero a ver quién nos pone la última ahora.