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Un año después de que comenzaran las obras y 20 millones de euros después, la ministra de Transportes se acercó ayer al abismo abierto en el viaducto del Castro en la A-6 para reconocer que ni saben por qué se han derrumbado dos vanos, ni cómo lo solucionarán, ni con qué plazos trabajan. Nada. No se trata de exigir que se improvise una solución, pero conviene recordar que la previsión hablaba de que se reabriría en las próximas semanas, una vez resueltas las deficiencias que se detectaron en mayo de 2021 y obligaron a cortar la circulación de vehículos. La caída de los dos tableros de hormigón, uno el 7 de junio y otro este jueves, desmintió que se hubiera acabado con el problema. Se necesita depurar responsabilidades. La ministra no puede esconderse en la petición de paciencia mientras el desvío reduce la competitividad del tráfico de mercancías y las empresas sufren un aumento de costes por los desvíos.