Turismo a patadas
Ante tal cantidad de potenciales de postín que en materia turística atesora la provincia muy poco hay que pedir a la providencia, pero mucho a las mentes pensantes, emprendedoras y guardianas del monederín público en la materia, si es que se quiere sacar más rendimiento de los dones de los que la naturaleza y la historia nos han dotado. Claro queda, terremotos pandémicos al margen, que donde no hay negocio hay ocio, y que sin alternativa industrial o de polos tecnológicos, biofarmacéuticos, agroalimentarios y metalúrgicos suficientes para el sostén salarial de esta aldea gala en la que nos hemos convertido, más vale ponerse las pilas. Si no somos capaces de cambiar el modelo productivo, como vienen insistiendo los gurús, más vale hacer productivo el modelo.
Y en esas andamos, presuntamente. Andamos cada uno por su sendero, empecinado en sus reales convencimientos, dando patadas a las piedras que acaban en caminos paralelos en los que otros dan, igual de empecinados, las mismas patadas para devolver la piedra a su lugar de origen. Cambian los cantos de senda, pero poco se puede sacar de un pedrusco, por más viajado (o pateado) que esté.
Es verdad asumida que el buen paño no se vende en el arca. Pero comerciada la tela en los foros miles de la cosa, si al final no se adapta al cuerpo del comprador, o rasca alguna de sus fibras, el éxito será limitado. El traje del futuro, que es como se llama hoy al presente al que ya se llega tarde, ha de ser adaptable, flexible, amable, asequible, y sobre todo gratificante. Amorosín, vamos. Con tantos ingredientes de excelencia que nos adornan podemos hacer un cóctel bien agitado, que dé coba a todos y seguramente no sea del gusto de nadie. Quizá ni siquiera guste solo mezclado (a la salud de Bond).
El director general de Fundos dio en el Congreso de Turismo de Diario de León las claves de cómo un pesado legado de piedra y gastos se ha convertido en tiempo récord en un rentable tesoro, para la institución y para la ciudad. Estudio del cliente, diversificación hasta el infinito de la oferta, marketing. Y la evidencia del criterio comercial: sin rentabilidad económica (que no está reñida con nada, hay que sacudirse telarañas cínicas) no hay proyecto ni futuro.
Si esta es nuestra fortaleza y hay mimbres, mejor ir tejiendo, que otros llevan ya muchos cestos vendidos. Basta de patear pedruscos a ceño fruncido. Llegamos tarde al futuro.