Árbol-persona
Considerar que por ser del reino vegetal puede uno matarlo y comerlo creyéndose además un salvaplanetas es tener más tragaderas que corazón. ¿Es que no tiene el vegetal sentidos, inteligencia o lenguaje?, ¿es que así rebajamos la pena por meterle mordisco, brasa, plancha o hacha?... Un respeto al vegetal y a su papel clave; sin él no habría otra vida. Y entre los vegetales, ¡el árbol!, ese edificio .
El incendio desolador de la Sierra de la Culebra devoró edificios prodigiosos, encinas centenarias y robles que cruzaron dos o tres siglos para morir en la orilla del fatum natural y la inopia oficial. Siglos. Ese será el tiempo que tarden esos largos montes en volverse a ver como en su último abril. Ya son sólo ceniza y tocón de carbón en 30.000 has., lamparón negro que ha de verse desde la luna, pero no desde despachos... o sofás de salita donde la mayor tragedia nacional es el dramón de Rociíto o el folleteo de Santi Millán .
Reconózcase, el vegetal es biológicamente superior. Sólo un dato: resistió mucho mejor las sucesivas extinciones que se llevaron por delante a lo mejor y lo mayor de los seres superiores del reino animal, siendo ilógico que una planta, condenada a vivir sólo donde echa raíz, presa de patas y sin poder huir, aprendiera tanto y soportara todo lo extremo sabiendo convivir con el hielo que quema, la sed que mata o el fuego del rayo y del volcán. De este modo el eucalipto australiano y algunos cipreses pueden tutear al fuego. Pero estos robles aún le tratan de vuecencia humillando su copa al verlo como un despiadado juez, cosa que se explica porque nuestro roble, encina, rebollo, carrasca o piornal no tienen abogado que les defienda antes de... ni después bombero que les libre del verdugo. Son nadie. Y va siendo urgente que tengan su largamente debida personalidad jurídica, sus derechos, como ya se los damos a los animales y también a algún río. Si el árbol fuera persona, otro fuego cantaría. Dale ese trato. Pero tampoco es necesario que le hables, le cantes o le abraces; él te entiende de lejos, donde te quiere... porque ya te conoce.