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Antes de la guerra de Putin, nuestro país ya sufría una inflación del 7,6%. Y pese a que el Gobierno, por boca de su vicepresidenta económica, Nadia Calviño, aseguró que era un fenómeno pasajero y jamás se llegaría a los dos dígitos, ahora estamos en el 10,2%. Todo un dislate. Ni ojo para ver lo que se venía encima ni eficacia para resolver el problema. El impuesto de los pobres contradice a esos partidos de izquierda que se llenaban la boca hablando de que con sus medidas nadie se quedaría atrás. ¿Dónde está el «escudo social»? Hecho añicos por los precios.

Pedro Sánchez, en su ficción, puede echar la culpa, si ese es su deseo, a señores con puros que se reúnen en cenáculos madrileños para conspirar contra él. Incluso añadir que usan sombrero de copa para que la imagen capitalista sea más nítida. Pero el coste de los productos más básicos está cebándose con las clases medias y desfavorecidas. Y si nuestro presidente insiste en su paranoia de culpar a todos y no ver aquello en lo que fallan los suyos, entonces, además de no resolver nada —lo que ya es un drama—, su credibilidad seguirá cayendo, como muestran las urnas cada vez que se abren y dicen todos los sondeos que se publican. No se trata sólo de que haya hogares que pasan necesidad: hay miseria. La población en riesgo de pobreza y exclusión social ha aumentado hasta el 27,8% según datos de la Encuesta de Condiciones de Vida. Un millón de familias españolas se van a ver afectadas por la subida del Euribor, que va a suponer un alza de más de medio punto en las hipotecas.

El presidente se presentará a mediados de mes en el Congreso de los Diputados para el debate sobre el estado de la nación sacando pecho por lo bien que ha salido la cumbre de la OTAN o por cómo marcha la creación de empleo… eso sí, tras el maquillaje que le han dado a las cifras. Sin embargo, me permito creer que quienes le vean por televisión pensarán que mientras demasiados gerifaltes se lo han pasado a cuerpo de rey unos días en Madrid y otras, como la ministra Irene Montero y sus amigas, se han hecho una gira a lo grande por Estados Unidos a gastos pagados por los españoles, en su casa comprar carne para sus hijos es algo ya impensable.

¿Nos explicará Sánchez en su próximo «Aló presidente» los motivos por los que se retraen el crecimiento económico y el consumo y los ahorros de los españoles comienzan a desaparecer, mientras los sueldos que no descienden suben cuatro veces menos que la inflación? Me temo que no.