Diario de León

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A mi Felipe Zapico nunca le duelen prendas en reconocerlo. Incluso ahora, hecho un pincel y con bastón de patriarca (no para sostener los achaques, sino para presumir de acicalada senectud), no hay quien le pille desprevenido para pasar a la posteridad de punta en blanco, de rumbo y tronío hasta las trancas. Lo dijo siempre sin empacho, coqueto como es, profesional del ronear por calles y callejones. «Me gusta más una foto que un cocido». De frente y por derecho, torero.

Otros cambian también sin empacho la olla por el flash, pero se esconden detrás de la mata del bien de la cosa pública en la compostura de un fingido pudor. Son los líderes que a veces venden humo a un pueblo que quizá lo merece, ya que olvida con despreocupación y no es capaz de reivindicar ni pasar factura. Tampoco los afectados por el olvido, que moquean sus penas sin poner nunca los puntos sobre las íes, quizá para no señalarse ante los trileros que ponen mesa y cubos y hacen desaparecer la ficha.

Lo de la afición por la foto y el bombo para pasar inmediatamente a la inacción y el olvido parece ser cosa de mesas. A partir de ahora habrá que concitar conciencias y voluntades locales de impenitente vocación de desarrollo local bajo denominaciones más rumbosas, no sé, comisiones, comités, asambleas,... Cualquier propuesta menos llamar al contubernio ‘mesa’, que parece que aquí es palabra maldita.

Da igual la fórmula porque la herramienta en la práctica no existe. Y no será por que no se necesite. La Mesa del Turismo de León se constituyó hace exactamente dos años con foto y tronío, para aunar propuestas que apuntalen el negocio viajero local, siempre tambaleante pero en la práctica base de esta economía en la que seguimos hocicados. Dos años críticos en los que las instituciones no han convocado reunión y los implicados no han preguntado qué hay de lo suyo. Ahora desde la Diputación señalan que ya estaba este primer encuentro tardío en marcha, aunque nadie sabe de él.

Hay que mirar hacia adelante y avanzar, aunque sea espoleados. Pero no conviene perder de vista los despropósitos pasados, son fuente de aprendizaje. ¿Hasta cuándo vamos a dar cheques en blando a granel? Quizá sea la mejor manera de cumplir el trámite y escurrir el bulto. Y así nos va.

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