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Junto al castillo de Coyança que un día invitó a nacer a Valencia de Don Juan se celebra también ahora un espectáculo algo  déjà vu  en tantos lugares, teatrillo medieval de justas caballeras con caballitos de larga gualdrapa y espadazos de mentira, entretenimiento que tanto gusta al pueblo y a concejalas vestidas de infanta, a concejales embutidos en ropón del conde Olinos, consejeros con manto de reinón y diputadas creyéndose la mismísima Doña Urraca, moda imbatible que tienta a todo untamiento que pueda con tanto gasto de actores y tramoyas a fin de que el lugar saque pecho de lata y luzca orgullo de ser cuna real (¡y parlamentaria!) con mucha banderola y estandarte de pega, pero en colorines. Ah, y que no falte un mercadillo medieval con vendedoras disfrazadas de Aldonzas y los maromos de juglares (su mercancía es la misma que vendían la semana pasada en el rastro, pero aquí la llaman «cinturones sin castidad»).

Hay que hacerse ver esta recrecida moda y fervor general por el disfraz, el desfile, la batallita y teatralizar la historia. Empieza uno vistiéndose de papón y ya es un no parar; después viene la ropa de almirante con la banda de cornetas y detrás la de húsar de Napoleón que también tiene asociación y subvención; o de pretor romano, de astur indepe, de templario iluminario o de Pelayín, cuidadín. El escaparate es tan inagotable como la fantasía del ocurrente. Y no nos montan una de arcabuceros para honrar la cuna leonesa de Alatriste porque a nadie se le ocurrió todavía (maldeciré al que pille ahora esta idea por el rabo). Hay quien sugiere incluso concebir la ruina plana de Lancia como la aldea del Astérix cazurro que resistió numantinamente a Roma antes de agachar cerviz (traición de otros cazurros, Caín añejo). Apuesta algo, reta Peláez, a que un día se verá ahí la simulación de un asedio legionario y la rendición del equipo local con honores en lleunés, pues aquí gusta mucho celebrar derrotas o inventar leyendas con lamento. En fin, nunca mediremos todo el daño que han hecho el cómic y las hadas a este tiempo tan infantil y teatrero.