Vamos a morir
Nadie titubea aquí ante la ociosa pregunta ¿de qué prefieres morir, de frío o de calor?, porque la estructura orgánica del cazurro le advierte que por cima de los 30 grados se le esferulan los corcobuejos y se le desmaya cualquier gana. Es decir, mejor morir de frío. Dicen que es un morir sin casi darse cuenta, hasta dulce. Mejor el frío, sí señor; sabemos combatirlo; pero con la caló no puede hacerse más cosa que exclamar como tantos cazurros estos días del Gran Sofocón: vamos a morir con este calor ; y alguno va y lo hace. Otro dato: cuando Dios creó el Infierno poniéndole piso a Lucifer no lo hizo de hielo y ventiscas polares, sino de fuego perpetuo con su Pedro Botero atizando calderas para entrecallar almas en pena. Así lo ideó. Y si Dios no es listo, que baje otro Dios y lo vea. El calor seca o corrompe y el fuego destruye dejando sólo ceniza, pero el hielo conserva y preserva con un frío que alisa el cutis y alarga el vivir haciendo, por ejemplo, que en la cama uno se arrime, y no como estos días que arden hasta de noche dándole la razón al Mariano de Forges: Quita allá, mujer, con el calor que da eso .
Vendrá el día en que el turismo reconquistará la suave fresca del norte, será la moda, lo ecofirulí o lo juicioso imperando en el sur el calor extremo que asfixia y mata. El regüeldo ardiente del desierto que estos días nos sopla en la nuca como nadie recuerda (y avisando) hará mirar al Cantábrico igual que lo hacía en el siglo pasado la aristocracia en Biarritz o la reina Fabiola en Zarauz. Y ya está tardando doña Letizia, la reina nuestra señora, en instaurar quince días de veraneo de la casa real en Ribadesella, cuyas calles están taraceadas con su memoria infantil y su perdida doncellez, toda vez que en la Mallorca ahora hostil le silban los oídos a la desestructurada familia real y les apean de honores y callejeros. Además, como vacación, lo norteño da más: ¿sale el sol?, mar y playa; ¿se entolda el cielo?, incursión interior buscando aldea bruja, peña viva, fiesta popular, plato potente, siesta espatarré, lectura relax y juegos de mesa... o de cama.