La Santa Fe 5001
Es un mastodonte de hierro que escupe vapor. Una locomotora de 213 toneladas de peso y 3.950 caballos de potencia. La construyeron en Barcelona en 1942, en los talleres de La Maquinista Terrestre y Marítima por encargo de una de las viejas compañías ferroviarias que enseguida acabarían fagocitadas por la Renfe, y dos años después sobrevivió al peor accidente de la historia de los ferrocarriles españoles en Torre del Bierzo.
Es la Santa Fe 5001, un coloso que a primera hora de la tarde del 3 de enero de 1944 tiraba de un convoy de carbón y se disponía a subir el puerto de Manzanal por el trazado del lazo. Hasta que a la altura del túnel número 20, un túnel que ya no existe, se encontró de frente con los restos de la locomotora del tren correo 421 que había salido la tarde anterior de Madrid y de la máquina de maniobras que había arrollado en la otra boca del subterráneo, después de circular sin frenos por delante de la estación de Torre del Bierzo.
Lo que ocurrió en aquel túnel es historia y está contado. Pero nunca está de más repetirlo de nuevo. El túnel se convirtió en un infierno de fuego y cien personas —aproximadamente el diez por ciento del millar de viajeros que transportaba el tren correo hacia Galicia— murieron calcinadas o atrapadas en los vagones. El accidente, mal contado, cuando no silenciado por la prensa de la época adquirió tintes de leyenda en el Bierzo Alto, convertido en un trauma colectivo. Hasta que en los últimos años han llegado los reportajes (yo he escrito tres o cuatro), los documentales, el libro del historiador Vicente Fernández —que ha puesto nombre y apellidos a las cien víctimas y ha frenado las especulaciones sobre la magnitud de la catástrofe— y también un par de novelas que no han terminado de cuajar.
Y no hemos sabido hasta hace poco, gracias al documental de TVE El tren de los desaparecidos, que la vieja 5001 salió bien parada del impacto, fue restaurada, continuó circulando, y hoy reposa, como una anciana venerable, en el Museo del Ferrocarril de Cataluña.
«Sería un sueño —dice el alcalde de Torre, Gabriel Folgado— traerla de vuelta» al museo que el Ayuntamiento quiere abrir en la antigua estación de Renfe. Y los sueños,como las estrellas, son para quien se los trabaje. Más que de cerrar los ojos es hora de arremangarnos.