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Mayo de 1958. Ramón Cañas del Río proyecta este edificio en un solar del Paseo de la Facultad, propiedad de Antonio Pereira González y «Cinco Señores Más», cuyas obras ejecutó con Mariano González como aparejador. Problemas de financiación redujeron a siete las ocho plantas inicialmente concedidas por el Ayuntamiento. Había ideado un sótano para servicios del inmueble, la planta baja para almacén —hoy garaje—, junto a un precioso portal con dos ascensores y la escalera para subir a una planta primera para dos viviendas —una para el portero— y a cinco niveles más con otros tantos pisos de «cierto lujo» organizados en las tres zonas interrelacionadas: «de estar», «de dormir» y «de servicio». Construyó su alzado principal revestido de piedra de Boñar al que añadió un cuerpo de miradores poligonales con ventanas corridas recercadas de piedra blanca y carpinterías metálicas entre paños revestidos de gresite azul. A su lado, balcones accesibles por grandes vanos también enmarcados con «material vitrificado» color lila, exhiben delicadas barandillas metálicas con canastillos para macetas ocultos tras una tira de chapa plegada pintada de otro azul. Persianas enrollables y toldos de lona amarilla protegen salones y terrazas del «agresivo» sol de la tarde leonesa, que destaca colores y texturas, reforzando la voluntad expresiva de esta innovadora fachada... Cañas también miraba hacia Madrid. Gustaba de los nuevos materiales y de ese renovado racionalismo que tanto había añorado… Iba decidido hacia la Modernidad de la mano del gran Gutiérrez Soto, de Carvajal y de Lamela, sin prisa, esperando a su hijo a punto de terminar la carrera… y tal vez paseando melancólicos atardeceres por aquella desolada Papalaguinda, a finales de los 50…