Diario de León

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No me canso de repetirlo aquí: afortunados aquellos antepasados nuestros que estaban en Ordoño cuando la Legio VI desfiló al ritmo de Volare, oh, oh, oh . Ah, el latín. Leo en el Diario que han sido hallados en Trobajo del Camino restos de un posible campamento romano de paso. Suerte a los participantes en la excavación, a ver si encuentran algo que nos haga salir en los informativos por una buena razón. O sea, un puntazus capaz de erizarle el vello ectoplásmico a los mismísimos Schliemann e Indiana Jones. Y que a Gines de Pasamonte le haga sentenciar: “Mal año para Atapuerca”. En fin, por ajustarnos a una cronología: de Marcelo Mastroianni para abajo. “A ver si van a pasarse excavando y llegan al Averno”, estará temblado el lector agorero. Hombre, ya sería mala pata dar con la única puerta que tiene detrás a Galígula y a Hitler, entre la larga lista de indeseables en los que la Historia Universal ha sido tan prolija, y lo que te rondaré morena, que el XXI viene fino.

En fin, excávese con prudente alegría. Ah, nuestras piedras, uno mismo se aproxima a la edad de ser patrimonio arqueológico. Pero sí, sería estupendo que en Trobajo hallasen, por ejemplo, los cimientos de la edad de oro. Menuda paradoja que los conquistadores se hubiesen ido tan lejos a buscarla y la tuviesen en León. Aunque tampoco es error de cálculo infrecuente: nos pasamos la vida tras la piedra filosofal y finalmente descubrimos que esta era el amor que nos dieron los padres. Por cierto, qué bellos nos resultan ese clavo y esa arandela hallados en la excavación. Lo que hubieron de ver y escuchar; y hoy son ya piezas de museo.

Hablando de puntazus. Entre mis lecturas de verano ha figurado el ensayo que Márquez Villanueva dedicó al latín macarrónico, divertimento culto de los humanistas consistente en escribirlo mal adrede. Ah, si llego a saber en mi Bachillerato que uno mismo era virtuoso latinista chapucero. Veni, vidi y fardare .

Ayer cociné un pisto para Javier Tascón, amigo desde la redacción de Lucas de Tuy. La amistad es también arqueología. Al entrar al servicio exclamó al ver allí un ejemplar de El orador , de Cicerón: “¡Caramba, menudo nivel, con qué gente te codeas!”. No te creas. Cantare, oh, oh oh

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