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El principio de la hidráulica, esculpido a cincel en el frontispicio de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), consagra la máxima que ha regado durante décadas las tierras que amanecieron una mañana a su vera convertidas en la costa del frejol, mientras más al sur, canal de Arenillas de Valderaduey adelante, se cebaban las estructuras industriales productivas con inversiones públicas. El agua para los de abajo y las ostias para los de arriba , fijado como lema para justificar el expolio de los pueblos anegados, se rebela ahora como un dogma inútil cuando el organismo regulador se pliega a los dictados del protocolo de Albufeira. La obligación pactada de dejar correr caudal del Porma y Riaño para que encuentre surco en Portugal, firmada por el PP en 1998 y santificada por el PSOE después, arrastra a la calle a los regantes leoneses para defender que el desembalse no se desperdicie más allá de sus cultivos. No da para todos, vocean. Erigidos en propietarios de un recurso del que se hizo presa a costa del sacrificio de los mejores valles de la montaña de León, los agricultores de la provincia levantan esta vez al fin la voz para reclamar que los beneficios no se pierdan río abajo camino de engordar las cuentas de resultados de las eléctricas asentadas tras os montes.

La proclama alimenta el discurso hasta de quienes ahora dan la turra con la preeminencia para los regantes leoneses, pero durante décadas han justificado el trasvase Canal de Castilla adelante para que llegue hasta los polígonos de Valladolid. El expolio, incentivado con proyectos como la balsa de Villalón que se autorregaló el expresidente de la CHD José Valín para su pueblo, se descubre por debajo del tranque de las presas con asombro, como si fuera la primera vez en la que el esfuerzo de León se derrama en provecho de otros territorios. El debate sirve al menos para ponderar la importancia de un recurso que debe convertirse en capital, no en rémora, a costa de hacer valer la fuerza de los elementos en nuestro beneficio, en lugar de que nos castiguen, como se quiere hacer también con la siembra indiscriminada de parques eólicos que destruyan la montaña para exportar la energía y sus réditos a otras zonas. Léon no puede sentarse a ver correr la riqueza cuenca abajo por más tiempo. No hay canción leonesa más hermosa que la que advierte de que si pasas el río, no bebas el agua . Esta vez, que la canten el Páramo y la Ribera.