Vivir ajenos

Suelo alucinar bastante con el comportamiento del ser humano en general. Siempre he pensado dos cosas: que vivimos como si esto no se fuera a acabar nunca y que, además, lo hacemos como si todo esto no fuera con nosotros.

En cuanto a la primera de esas dos teorías que me rondan la cabeza, es evidente que esta película de ciencia ficción que protagonizamos tiene un final. Desconocemos cual es y tampoco sabemos cuándo, pero lo habrá. Lo que pasa es que nos acordamos de santa Bárbara cuando truena y por eso es ver que la cosa se pone fea cerca nuestro y venirnos a la mente los cuatro días que nos quedan aquí. Como cuando muere alguien. Pero nada. Se pasa enseguida porque si bien en ese momento nos entra el miedo a la vida real, al día siguiente ya estamos metidos de lleno en la vorágine de la rutina y volvemos a protagonizar otra jornada de la marmota o casi, con el mismo comportamiento, las mismas quejas y costumbres y la misma falta de ilusión que antes. Esa conciencia tan necesaria del aquí y ahora se desvanece con una facilidad pasmosa.

Mi segundo pensamiento más recurrente, el de que parece que todo esto no va con nosotros, también es chocante. Que no hay cambio climático, dicen algunos, ni violencia de género ni otras muchas cosas que no hace falta buscar con esmero en ningún rincón porque están delante de nuestras narices. Las guerras del agua ya han empezado y puede ser que vaya a ponerse fea la cosa. Pero, oye, que yo abro el grifo a cualquier hora y en cualquier lugar y agua sale. Así que lo mismo me da lo que digan por ahí. Sobre todo porque tendemos a pesar que eso no es asunto nuestro, que de eso se tienen que encargar otros porque a nosotros no nos corresponde. ¿Que hay que reciclar? ¡Sí, hombre! si luego dicen que toda la basura va a para al mismo sitio, ¿me voy a molestar yo? Y pasamos porque no asumimos de una vez que todo, absolutamente todo lo que hacemos, tiene una consecuencia.

Así que, sí, todo esto que está pasando, lo que pasa cada día, va con nosotros. Nos interese o no y nos toque o no el bolsillo.. Y tenemos parte de responsabilidad en lo que pasa y también en lo que está por venir. Seamos conscientes de lo que hacemos, sin mirar lo que hace el de al lado, que nos debería importar un pimiento porque, como digo, cada uno somos responsables de lo nuestro, pero también afecta al resto.