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En Grecia, donde nos nació casi todo creciendo después en Roma, hay un hermoso proverbio que habla de una sensibilidad ajusticiada hoy por este tiempo de prisas y del «todo y ya». Creían los viejos griegos que « Una sociedad crece bien cuando las personas plantan árboles cuya sombra saben que nunca disfrutarán ». Jamás habrá un buen mañana si no se le trabaja hoy pensando no sólo en los que vienen detrás con nuestra sangre, sino en todos los demás que irán con ellos a un futuro que argumentadamente pintan con enigmas y zozobras.

La otra cara de esta pura verdad es la vida misma tendiendo a realidad cruel, esa que palpé de cerca estando una vez de caza entre  Mellanzo s y  Villarratel  y sumándose aquel día a la partida el alcalde eterno de un municipio cercano cuyo nombre omito por no afear a sus gentes con la ruin visión de aquel tipo ya viejorro, algo boceras y de pensamiento cenizo. A la hora del taco y la bota se parloteó como es debido y allí otro setentón de tiro fino nos hablaba de un pinar que tenía en su pueblo y de la inmensa alegría que se rifaba cuando cada día de Reyes subía con sus nietos de marcha hasta sus sombras tirando de hoguerita, huevo frito, fiambrera y carrerillas para desentumecer; y si había nieve, fiesta doble. Tanto encomiaba su pequeño pinar, que dijo tener dedicido plantar pinos y robles en otras dos tierras baldías, a lo que nuestro alcaldón gañán replicó con la boca aún llena del chorizamen que zampaba:  pero ¿y para qué?, ¿acaso los vas a ver tú crecidos? ... no di crédito a lo que oía... la esperanza que uno me edificaba la demolió el otro de un sartenazo patán y amargao. La vida misma. La otra cara del anhelo. Pero pensando en los árboles que evoca el viejo proverbio griego, Sócrates no cree que figuren entre ellos los chopos de rápido crecimiento que aquí se expanden por prados de viejo pasto y aún más por sotos fluviales como maíces alineados; su sombra es efímera y al poco los talan. Cree que el futuro pide mejor árboles de sombra tupida y duradera bajo la que sacar tortilla, jugar, leer o dormir la paz.