Diario de León

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Dice Bunbury, el que fuera vocalista de «Héroes del Silencio», en una de sus canciones: «Otro año va a comenzar/ lleno de buenos propósitos/ y abierto de par en par/ a despropósitos». Ni que estuviera hablando de la política española donde casi siempre las intenciones aparentemente buenas ocultan una impostura. Si tuviéramos que hacer la lista de despropósitos, de actuaciones sin sentido, de aseveraciones insostenibles necesitaríamos al menos un libro. Pero podemos elegir algunos de los notables.

Todo es un despropósito en la política catalana desde Jordi Pujol, el ideólogo de todo lo que ha venido después, superado por su delfín Artur Más, envenenado por Rodríguez Zapatero y su estulticia, acrecentado hasta límites inimaginables en los últimos cinco años y desmadrado finalmente en los últimos días. La espantada de Junts es un punto y seguido en el camino hacia ningún lugar de los políticos catalanes, que ahora serán salvados por el PSC, lo que significa que Pedro Sánchez estará aún más atado a lo que pida, exija o rechace Esquerra Republicana de Cataluña.

Es un despropósito que los dos líderes de los dos partidos principales de España no se hablen. Llevan 167 días sin intercambiar una palabra fuera de los insultos en el Senado. No hay negociaciones, no hay pactos, no hay ni siquiera debate de ideas. Se ignoran. Sánchez prefiere hablar y pactar con ERC, con Bildu o con el PNV que con el segundo partido más votado. Y eso lo pagamos los ciudadanos.

Es un disparate que los ministros se suban los sueldos un cuatro por ciento, medio punto más que a los funcionarios. O que en los Presupuestos de 2023, por tercer año consecutivo, la Casa Real sea la única institución que ve congelada su asignación, cuando se reparten millones de más sin sentido alguno. Pero también es un disparate que haya presidentes de instituciones, de empresas públicas, de autonomías y hasta alcaldes que cobran más que el presidente del Gobierno. Y que haya secretarios de Estado que cobran más que sus ministros. Y que sean las clases medias las principales damnificadas e ignoradas.

La canción de Bunbury empieza así: «¿Quién engaña a quién?/ Toda tu ambición/ peleando a diario con tu indecisión». O con la improvisación. Política de despropósitos. Zozobra, soledad e impotencia ante tanta impostura.

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