Teatro de arena
Los mitos y las leyendas son castillos en el aire. Lo sabemos. Teatro de arena, como el espectáculo que la compañía Y tú que pintas, de Borja González, ofrecerá el próximo sábado en la sala Río Selmo de Ponferrada.
Las manos y la habilidad de Borja González, capaz de hacer y deshacer escenas en la arena para hilvanar un relato como en un teatro de sombras, le contarán a un público familiar el mito de la Tebaida Berciana, la leyenda de las Siete Hermanas con acompañamiento de piano.
Es un espectáculo para niños. Pero también un símbolo de esta tierra. Por eso no está de más recordar que, en todas partes, la identidad se construye a menudo sobre historias falsas, cuentos de hadas, relatos sin rigor histórico, hitos fundacionales que no caben en los libros de Historia, con mayúsculas, aunque cada vez acaparen más espacio en la estrategia de algunos políticos. Desde el Grial al Camino de Santiago. Desde la Virgen escondida en el tronco de una encina a los ocho siglos de Reconquista. Pelayo, Santiago Matamoros, el Cid Campeador... La realidad es muy distinta a la leyenda.
El día en que podamos desprendernos de tanta épica y miremos al pasado como lo que fue y no como lo que nos gustaría que hubiera sido, habremos crecido como sociedad. Porque detrás de esos mitos, de esas identidades construidas sobre la épica y las leyendas, se esconde el fantasma del nacionalismo; la idea de que lo nuestro siempre es mejor que lo del otro.
Así se forjaron grandes imperios. Así se justificaron guerras y conflictos. Lo que ocurre en Ucrania, por ejemplo, es heredero de uno de esos mitos; el de la Gran Rusia imperial. Así crecieron también grandes naciones, imperios más democráticos. Y me viene a la cabeza el mito de la conquista del Oeste en los Estados Unidos; el imperio de la ley contra el mundo salvaje, y olvidémonos del exterminio de los indios. O el sueño americano, que todavía alienta la emigración.
El problema surge cuando el mito se transforma en Historia, con mayúsculas. «Esto es el Oeste. Cuando la leyenda se convierte en un hecho, imprime la leyenda», dice un personaje (periodista) de El hombre que mató a Liberty Valance, la película genial de John Ford. Así que atentos a lo que se imprime. Mientras la leyenda se escriba en la arena no hará daño.