En mi cuento
El pasado domingo cumplí años y —como era previsible— me levanté igual que el día anterior, aunque con los dos regalos recibidos me acosté más feliz. El primero de ellos me lo hizo mi mujer: la nueva obra de Woody Allen, Gravedad Cero (Alianza), una selección de relatos desternillantes. Dado que en su actual forma de carne y hueso el gran humorista me resulta inaccesible ya me lo dedicará cuando seamos incorpóreos. Por cierto, hablando de Allen. Hace un par de semanas recibí un whatsApp de mi querido amigo Isidro Fontela para tomarnos un café. Nos conocimos hacia 1987, cuando él era un docente y colaborábamos en un suplemento de educación, en este periódico. Hemos estado más de dos décadas sin vernos y hace aproximadamente un año nos reencontramos. Isidro lleva alzacuellos desde 2011 y ahora es vicario del Opus Dei. El otro día, coincidiendo con una visita a León, volvió a convocarme a un café. Nuestra conversación nos llevó a la importancia del buen humor y de este a Allen. Me contó que él y un grupo de sacerdotes representaron —en Roma y ante sus jefazos— una obra breve del humorista estadounidense, una parodia sobre Sócrates. «Tenías que haberlos visto reír», dijo. Si Él y Allen no me noquean a derechazos de autor quizá escriba un cuento sobre ello. Por supuesto, me tomaría algunas licencias, en mi versión de los hechos saldrían también Groucho y la señora Dumont. Y unos ninjas siempre animan un diálogo platónico.
Marcelo Tettamanti, poeta de la imagen y de la palabra, pero también de la sonrisa, presentará este jueves su libro Querencia recíproca , a las 19.30 horas, en el auditorio Ángel Barja. A él también le sacaría en mi cuento, haciendo de bueno pues lo es. Argentino de nacimiento, hace que León sea mejor.
«¿Y el segundo regalo de cumpleaños?», se estará preguntado mi lector de memoria de elefante. Fue el 3-1 del Real Madrid al Barça. Lo celebré sin mucho griterío ni hacer la ola, pues mi mujer es culé con la misma convicción que un faquir defiende la tortilla de clavos. Por supuesto, no temí que me fuera a quitar el libro de Allen, pero con las cosas del fútbol mejor no arriesgarse. Ah, la vida, es tan maravilloso estar vivo. Ay, la amenaza nuclear de un planeta destruido.