Cerrar

Creado:

Actualizado:

Un enjambre de drones suicidas iraníes ataca el centro de Kiev, leo en un titular de periódico. Estamos ante un ejemplo de terror tecnológico.

La primera oleada de kamikazes llegó a las seis y media de la mañana, escribe el enviado especial de El Mundo Alberto Rojas. Era la hora de levantarse, el momento de ir al trabajo, de llevar a los niños al colegio. De vestirse para salir a la calle.

La segunda oleada llegó una hora después y lo peor se lo ha llevado un edificio de viviendas. Y Rojas compara, de forma acertada, el terror que causan esos drones suicidas en la población de Kiev, que los llama ‘ciclomotores’ por el ruido que hacen, con el horror de las bombas volantes que Hitler envió contra Londres, las V1, al final de la Segunda Guerra Mundial.

Ahora como entonces, Putin trata de quebrar la moral de los civiles con ataques indiscriminados. Ahora como entonces, el uso de esos drones también revela la debilidad del agresor en retirada. Y ahora como entonces, el efecto que consiguen esos drones es el contrario al que buscan. Hacen daño, sí. Matan civiles. Destruyen edificios. Pero refuerzan la moral de la población; el deseo de victoria frente al agresor.

Los historiadores nos han contado cómo los londineses sometidos a la tortura del Blitz —los bombardeos masivos de la Luftwaffe que sufrió la capital del Imperio Británico en el otoño y el invierno de 1940, derrotados los alemanes en la Batalla (aérea) de Inglaterra durante el verano— nunca fueron tan solidarios. Y los ataques de las V1 y las V2 al final de la guerra tampoco evitaron la derrota nazi.

Si Putin recurre ahora a los drones que le suministra Irán es porque no tiene más armas. La inteligencia británica asegura que la industria rusa encuentra problemas para suministrar misiles de repuesto al ejército. La aviación no ha logrado imponer su dominio en el cielo. Y la infantería retrocede en el Donbás, en Jersón y en Zaporiyia mientras decenas de miles de jóvenes rusos dan la espantada al reclutamiento.

Putin busca una salida rápida al conflicto. Paz por territorios. Y el recurso a los drones iraníes, como el bombardeo de infraestructuras energéticas para dejar a los ucranianos sin luz ni calefacción, se parece demasiado al coletazo de un dragón agónico.