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León, abril de 1958. Juan Antonio Miralles firma este edificio en régimen de Cooperativa para funcionarios del Instituto Nacional de Previsión, en un chaflán entre las calles de Colón y Lucas de Tuy, cuyas obras dirigió con José Antonio Zabala como aparejador. Concibió para el inmueble una estructura de hormigón con un sótano para calefacción y carboneras; locales comerciales en planta baja, oficinas en primera y 5 grandes viviendas de «medio lujo» en cinco plantas —una por nivel—, con otra para el portero en un ático retranqueado. Todo relacionado por escalera neutral enlazada con el ascensor y un montacargas de servicio. Distribuyó las viviendas con el novedoso criterio de zonas relacionadas entre sí por un corto pasillo: la «de estar» y la «de dormir» hacia la calle, y la «de servicio» al patio. Proyectó el edificio con «aspecto exterior de líneas modernas y sencillas… con materiales de primera calidad»: revoco pétreo en sus fachadas y dos cuerpos en voladizo simétricos al chaflán, con ventanas recercadas abiertas en paños chapados de plaqueta roja aparejada a soga con tendel profundo y llaga a hueso, abrazando amplias y confortables «terrazas-jardín» alicatadas con gresite en tonos verdes, y protegidas por livianas barandillas metálicas con jardineras modulares colmadas de vegetación potenciando su carácter expresivo. Como remate un peto revocado ocultando la cubierta… Evidentemente Miralles experimentaba con los nuevos materiales mientras miraba hacia Madrid y encontraba en el gran Gutiérrez Soto ese estilo, ciertamente ecléctico, «moderno pero no demasiado», y sin duda anhelado por una burguesía provinciana con aspiraciones de respetabilidad y progreso social, en aquel reservado León que, a finales de los 50, y casi sin darse cuenta, se disponía a superar la Autarquía y encarar el futuro con esperanza… Y sobre la puerta, un sorprendente y abstracto «mosaico de colorines» tratando de proclamar la integración de las artes… ¡Inolvidable!