Culpa
Es una palabra grande y aterradora. Tanto que tratamos de escabullirnos de ella como sea. Nadie quiere tener nunca la culpa de nada y sin embargo nos la echamos los unos a los otros por cualquier cosa. La vida es una sucesión continua de traspasarle el muerto a alguien y, al mismo tiempo, de buscar al culpable.
Nunca he entendido muy bien todo esto, porque buscar el origen no soluciona gran cosa y podríamos emplear ese tiempo en poner solución a lo que quiera que haya pasado, que es más práctico. Se trata de gestionar bien el tiempo y no perderlo, aunque nos cueste y nos pasemos media vida intentando averiguar de dónde vienen las cosas, aferrándonos a eso en vez de intentar pasar página y dedicar nuestro esfuerzo a que no vuelva a pasar. Es algo curioso. El cambio climático, la inflación, el aumento de la gripe, la subida estratosférica de los precios, la merma del poder adquisitivo... Todo es culpa de otros. Hasta para encontrar el origen de gusanos en la sopa hay que ir tirando de un hilo que se deja alguien suelto sin querer para encontrar de dónde viene el asunto. Aunque quizás sea mejor hacer las cosas bien para que no se repita, que los gusanos ya han nadado a su antojo en el caldo y más de una vez. Pero ha vuelto a pasar, lo que nos deja el mensaje de que no hemos aprendido nada. Somos así los seres humanos.
Nos cuesta aprender de las experiencias vividas. Y parte de la culpa la tenemos nosotros mismos, que no somos muy dados a asumir que tenemos una responsabilidad en lo que ocurre a nuestro alrededor. Normal. Lo más fácil es buscar al culpable, a otro si puede ser, para endilgarle el marrón y que sea él quien dé explicaciones. Este controvertido tema de la culpa nos persigue a diario. Es muy dada la política a escaquearse y quienes participan en ella a echar los trastos a la cabeza del de al lado. A mi me traería sin cuidado si no fuera por la ingente cantidad de tiempo que pierden en eso. Con lo bien que nos vendría que hiciesen lo que tienen que hacer, que es hacernos la vida más fácil y en cambio se dedican a aburrirnos soberanamente con sus dimes y diretes, como si no se diesen cuenta de que nos la trae al pairo. Pero ellos a lo suyo, oye. Que hay mucho tiempo que cubrir y poco que contar. Y, mientras tanto, yo aprovecho siempre que puedo para echarle la culpa a los políticos.