Nos quedan sin estrellas
Lo mejor de la candidatura de León a la Agencia Espacial Española es que nunca fue posible, que siempre sirvió —y todos lo sabíamos— como una manera más de marear la perdiz con la que tratan de distraernos para que no nos centremos en lo que nos pasa. Que el Gobierno jamás pensó ni en León ni en Castilla para la deslocalización de la sede es obvio, por mucho que venga ahora la Junta con su machacona carencia de estilo en ponernos en la lista de peticiones junto a Palencia —a media hora del aeropuerto de Valladolid, no lo olviden— y Cebreros, Ávila, que ya saben que acoge, moi non plus , la antena de espacio profundo de la ESA. Mientras estamos hablando de este nuevo incumplimiento no nos fijamos en que ya ni siquiera tenemos empresarios a los que dar el premio al ídem del Año, de tanta riqueza que provoca una red económica en la que la noticia más importante del día es que en la provincia los trabajos de cuidados tienen un cien por cien de empleabilidad. Si a eso le sumamos los camareros y los albañiles ya tenemos la radiografía de la evolución a futuro en la provincia.
Decía ayer el alcalde de Valladolid que los empresarios no vienen a León porque nos pasamos la vida llorando y nadie invierte en tristes. Tiene razón. Las injusticias hay que callarlas, que el hecho de que el empleo en su pueblo haya crecido un 70% desde 1981 mientras el de León no ha dejado de reducirse no es prueba de nada, de nada más que de la impericia de los leoneses. Es mejor hacerse la víctima, que sale rentable, sobre todo cuando dices que la Valladolid deprede al resto para que la Comunidad crezca..
Parte de culpa tenemos, mucha. Somos responsables del desguace social y cultural que provocó la socialización del final del carbón, culpables por no saber ver dónde tenemos que estar, cómo desarticular medio siglo de engaños y comenzar a revertir la situación. No eres adulto hasta que sabes que no hay nadie más que tú mismo para mantenerte en pie. Sólo entonces puedes empezar a tomar decisiones.