Las esperadas lluvias que no llenan
Deseadas y esperadas. Así recibimos todos estas lluvias de otoño que no parece que vayan a aliviar demasiado la situación de sequía que atraviesan nuestras cuencas. La situación sigue siendo muy crítica. Bien los saben las gentes del campo, que ven con preocupación como estas precipitaciones son claramente insuficientes para empezar a hablar de garantías en este año hidrológico que acaba de comenzar.
En medio de este panorama de incertidumbre todas las miradas están puestas en la próxima aprobación de los planes hidrológicos nacionales que presumiblemente se producirá en diciembre y que, por primera vez en la historia de la cuenca del Duero, la que nos afecta junto a la del Sil, nace sin el consenso de todas las partes implicadas. Empiezo a entender porqué después de leer la entrevista concedida por la ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, a Efe Verde, en la que habla de poner fin a lo que ha sido la política de obras hidráulicas tradicional, basada en invertir en grandes infraestructuras —a lo mejor se refiere a las presas del Órbigo—, para mejor destinar el dinero público en eficiencia, recuperación y reutilización de agua, en desalación, pero también en un vallado mejor de cada una de las cuencas.
Lo que la ministra quiere transmitir es que nos enfrentamos a un panorama cada vez más condicionado por el cambio climático, por lo que considera que es importante estar preparados para escenarios extremos, como la sequía prolongada o lluvias torrenciales.
Cierto. Nos vamos a tener que acostumbrar a esos episodios de tormentas cuasi tropicales, a las granizadas, y a largos periodos de tiempo de sequía, todo ello sin una planificación al respecto, y apostando solo por la eficiencia y el ahorro de agua como principales herramientas. Pero yo me pregunto, cómo es posible ahorrar algo que no tengo, cómo voy a racionar algo que previamente no he almacenado.
Los regantes lo saben bien. Sin modernización no hay eficiencia, y sin eficiencia no hay agua, sin agua no hay riego, sin riego no hay agricultura y sin agricultura no hay alimentos, y ya saben ustedes el final. Por eso, ministra, dele una vuelta al tema de las inversiones y apueste por el futuro del campo, esa será la mejor garantía.