Sangre de la buena
Por un lado está la mala sangre. A eso estamos mal acostumbrados nada más pone un pie en la calle. O incluso antes, nada más que suenan las primeras voces de la mañana que salen desde la radio o el televisor. Mala sangre es una canción escrita por el músico peruano Pelo Madueño e intepretada por su banda, La Liga del Sueño. « Malasangre se escapó al doblar la esquina», cantó también Joan Manuel Serrat. También es el apodo de los personajes más oscuros y maléficos. O la advertencia que hacemos a una buena amiga: ‘No te hagas mala sangre! para animarla a que abandone todo intento de autocastigo por una eventualidad efímera que el viento se lleva con el tiempo sin dejar rastro en el camino.
Pero aquí, en las primeras páginas de este periódico, hoy se habla de la otra sangre, la buena. La que corre por las venas de las 15.000 personas voluntarias leonesas que tres o cuatro veces al año extienden su brazo para salvar vidas o mejorar las condiciones de otras. Esta otra sangre que este año ha recibido el reconocimiento del jurado del Premio Diario de León al Desarrollo Social y los Valores Humanos, que en su XVII edición reconoce la labor de la Hermandad de Donantes de Sangre de León en sus 50 años de vida.
León fue pionera en el año 1972 en las campañas en contra de la compra venta de sangre, lo que en esos años se denominaba «tráfico de oro rojo». Así lo recordaba en un reportaje publicado en este periódico hace años José Antonio Lemonche, que fue el primer presidente de la Hermandad de Donantes de Sangre de León. Ese ‘oro rojo’ llegaba a las clínicas privadas de toda España.
En el año 1972 sólo había 142 donaciones altruistas en León y en 1974 el Hospital Virgen Blanca tenía registrados a 700 donantes, lo que no cubría las necesidades asistenciales y había que recurrir a los bancos privados. En León estaba el del especialista César de la Parte, que abastecía al hospital Princesa Sofía y otras clínicas conforme a la legislación vigente en España en esos años, que permitía la compra venta de sangre.
La Hermandad de Donantes de Sangre cumple este año cincuenta de gestión altruista de un bien tan preciado como la vida misma. Del brazo de los 15.000 donantes activos de la provincia de León no sólo sale savia de vida directamente al cuerpo de las personas enfermas —cualquiera de nosotros podemos estar en situación de dar o de recibir sangre en algún momento de nuestra existencia— sino que con el plasma y otros componentes sanguíneos se fabrican medicamentos necesarios para tratar muchas enfermedades, principalmente las hematológicas. Los últimos avances científicos apuntan a biomarcadores del plasma para detectar los primeros indicios del alzhéimer. «Desaforados gigantes de los brazos largos». (Don Quijote).