La ruta de Zuloaga
Hace ya años que desde estas mismas hojas y otras de iguales o parecidas intenciones se habló del estado de los bancos de Zuloaga, de la necesidad de su restauración y puesta en valor… Incluso se llegó a presupuestar por parte de la Administración, pero los bancos quedaron en el limbo de los olvidos. Hasta ahora. Aplaudir cualquier iniciativa positiva es un reconocimiento, sea a quien fuere, gesto poco habitual en una sociedad tan polarizada como la nuestra.
Lo cierto, y lo bueno es que bancos y fuente, obra emblemática, histórica y monumental, quedan ya a la inminente contemplación ciudadana en la residencia Virgen del Camino, en la avenida San Mamés, al amparo de una pérgola construida y colocada a tal efecto. Un rincón ajardinado que añade valor patrimonial, tan deseado como justo y necesario. El patrimonio siempre enriquece porque es integrador y responde a cánones personales e históricos, de más que notable solvencia, además, en este caso. Zuloaga es marca que adquiere mayor relieve con el paso del tiempo.
Y en eso estamos.
Un hecho puede remitir a otro o a una cadena que los enlaza y cohesiona, sobre todo cuando tienen la misma razón temática o autoría. Tal es el caso de esta propuesta, la ruta leonesa de Zuloaga, que podría ser una oferta interesante si la diseña alguno de los muy conocedores del asunto que hay entre nosotros.
Uno recuerda, al margen de la disgregación, los coleccionistas privados que podrían integrarse y la presencia astorgana, cuatro puntos capitalinos que podrían ser el eje del recorrido, seguramente enriquecido con las aportaciones de los expertos y la presencia de otros valores en el camino.
Por supuesto, los bancos y fuente de que hablamos. Al lado de la catedral, en la calle Sierra Pambley, 3, la casa de Fernando Merino, con una sala repleta de detalles y color. Muy cerca, en la calle Ancha, 6, los llamados dragones verdes que adornan una fachada. El cuarto encuentro llevará al interesado hasta la iglesia de San Francisco de la Vega, en el barrio del Crucero, para admirar la colección de azulejos esmaltados.
Queda en el ámbito de la conveniencia y, en su caso, de su puesta a punto. De momento, lo importante es la salvación de un legado patrimonial. Con ruta establecida o sin ella, los habitantes y curiosos de esta ciudad tienen razones más que suficientes para un paseo que abre otras puertas y nuevas sensaciones, la del descubrimiento fundamentalmente.