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Vino la ministra a dejarnos claro que no tiene ni idea de cuáles son los proyectos para León. Me imagino que tampoco sabría dónde estaba ni por dónde pasaba ese tren que parte de Madrid y desemboca en Oviedo, ese AVE que nos ha quitado los acuíferos, que ha dejado la montaña seca y los pastos yermos, la infraestructura que, una vez más, condenará a los pueblos de la provincia al extrañamiento y el ostracismo.

Por ver está si parará en León, que al final puede que todo esto no nos sirva más que para cerciorarnos, de nuevo, que no nos quieren más que para esquilmar nuestros recursos y dejarnos con la podredumbre de la evolución que otros disfrutarán. Me pregunto quién será el ingeniero valiente que se atreva a firmar para que los vagones comiencen a aventurarse bajo el sistema montañoso que han taladrado durante 18 años de trabajos y bajo el que enterraron más de 3.000 millones de euros para provocar la sequía económica de una zona a la que se ha expoliado mucho más que el agua.

Toda la obra se hizo a espaldas de la verdad. Un ejemplo: en la declaración de impacto ambiental de 2002 no se fijaron medidas correctoras ni compensatorias porque se afirmó que no habría daños. Y, sin embargo, el propio Ministerio reconoció que no se le enviaron los informes semestrales de los programas. Por su parte, la Junta debería haber defendido con intensidad los montes de utilidad pública de los pueblos, puesto que es su competencia, como también lo es la defensa de los espacios naturales, severamente afectados por las obras. Pero... Vendrán de nuevo cuando nos toque votar, para decirnos que nos han regalado el mayor proyecto de futuro de la historia y puede que nos lo creamos. Ahí está la obra de Feve, la autovía a Valladolid —las enmiendas de la Junta a los presupuestos reivindican la obra, sí, pero sólo en la zona de Pucela— la comprometida ¡veinte años llevamos de espera! autovía a Braganza, y tantas y tantas cosas que nunca se cumplirán. y que ni siquiera se molestan en explicar.