Deber de memoria
Hace unas semanas, paseando por el barrio de Garrido de Salamanca, nos topamos con una portada monumental al aire. Pensé que serían los restos de un convento. Debo confesar que me sorprendió ver en una placa lo que realmente era: «En este lugar ocupado anteriormente por el Regimiento de Infantería La Victoria nº 28, miles de españoles fueron juzgados ilegalmente por los consejos de guerra franquistas e injustamente condenados por mantenerse fieles a sus ideas políticas». Por defender la democracia. En una ciudad tan conservadora —aunque abierta al mundo a través de la universidad que le dio un rey leonés— no me esperaba este gesto. Ahora sé que se trata de una iniciativa que alabo de la asociación Memoria y Justicia de Salamanca, que contó con el apoyo del Ayuntamiento. La placa lleva fecha de 2019, aunque en realidad fue colocada el 1 de marzo de 2020.
Esta portada al aire, vacía de uso, me recordó que en León hubo un cuartel del Cid donde se celebraron estos consejos de guerra, aunque para mayor oprobio de la ciudad, una gran parte se formaron en el Palacio de los Guzmanes. En León todavía no hay rastro de la memoria frente a San Marcos, el gran campo de concentración, ni mucho menos en Santa Ana, donde tuvo su sucursal, y tampoco en el colegio Ponce de León que también tuvo esta misión. Es más, en este colegio público una madre y su hijo tuvieron que solicitar hace unos años que se retirara de su web una publicación por su contenido antidemocrático en relación a la memoria histórica. También está el campo de tiro de Puente Castro, donde fueron ejecutadas más de un millar de personas como consecuencia de esos consejos de guerra. Esta semana se celebrará en León el XI Encuentro Internacional de Investigaciones sobre el Franquismo. Una buena ocasión para pedir que la memoria democrática sea pública y no se quede solo en las actas académicas. Y a final de mes las familias de los fusilados de Villadangos colocarán una placa en recuerdo de las víctimas en el cementerio donde se exhumaron diez de los 71 cuerpos que buscaban. Historia y memoria son cosas diferentes, pero si no hay memoria la historia quedará coja, aislada en los anaqueles y en las aulas.
Federico Mayor Zaragoza, un agitador de conciencias a sus 88 años más allá de todos los cargos que ha ostentado, hablaba en León esta semana del deber de memoria y el delito de olvido. Recordaba cómo Europa calló ante la operación Cóndor que aposentó las dictaduras en América Latina, desde Chile a Argentina. Hoy esos países son ejemplos a seguir en memoria democrática. León está siendo demasiado perezosa con ese deber y demasiado cómplice con el delito del olvido. Poner una placa delante de San Marcos no puede ser tan difícil. Pero parece que es más rentable colocar banderas a troche y moche en el puente de los Leones. ¿Somos Cuna del Parlamentarismo o no?