El tesoro de Pablo y Sara
Pablo Álvarez y Sara García se preparan para acceder a otros mundos. Estos dos leoneses, instruidos en el sistema educativo público, han demostrado que no hace falta ser un superhéroe para romper barreras y lograr un sueño. Son jóvenes, inteligentes, preparados y han superado pruebas para acceder a unas plazas a las que competían con 22.000 candidatos, también inteligentes y con grandes capacidades profesionales.
Sin embargo, estos dos leoneses que son ahora un ejemplo para la comunidad científica y para los estudiantes de toda España que ven en ellos un referente, tienen un tesoro mucho más valioso, una fuerza que les impulsa más allá de la Luna o Marte. Sara García destacaba en una entrevista que en la última fase de la selección tuvo que enfrentarse a preguntas que eran como «combates de boxeo», que ponían al límite su fortaleza psicológica y capacidad para afrontar con sangre fría y serenidad situaciones límite.
Lo más probable es que Sara y Pablo viajen algún día al espacio para buscar otros mundos, pero, de momento, han demostrado que el mejor de los mundos posibles lo llevan en su interior.
Tengo una gran curiosidad por conocer qué tipo de preguntas les hicieron como para poner a prueba su capacidad de resistencia psicológica. Eso sí que es un gran tesoro.
Al primer hombre que pisó la Luna, Neil Armstrong, lo calificaron como el ‘hombre sin miedo’, frío ante el peligro, serio y discreto, la cara opuesta de Buzz Aldrin, con carácter autosuficiente y extrovertido al que siempre le pesó ser el segundo. Michael Collins pilotó el módulo de mando, no pisó la Luna y tenía un carácter más ‘social’ que le sirvió para redactar con todo lujo de detalles los sentimiento y emociones que sentía mientras sus compañeros se paseaban por la superficie lunar. Tres caracteres que colaboraron para conseguir un hito histórico.
Sara y Pablo ya forman parte de la historia espacial y serán recordados y valorados por sus méritos profesionales, sus logros y sus aportaciones dentro de los equipos para los que trabajen. Pero ellos ya tienen un mundo dentro inaccesible para el común de los mortales. La capacidad de soportar la presión y reaccionar con serenidad les convierte ya en ganadores en este mundo con tanta persona inestable, descerebrada, deslenguada, acosadora, desquiciada, alterada, insegura y vanidosa.
Si sometieran a examen «como combates de boxeo» la selección de las personas que viajen a otros planetas cuando la Tierra esté en sus últimos estertores, sólo superarían la prueba unas pocas tocadas por esa gran virtud, tan poco valorada y reconocida y que, como se demuestra en las grandes empresas para la humanidad, son tan apreciadas fuera del gallinero diario que eclipsa los grandes valores.