Papás con carricoche
El paisaje urbano ha cambiado. Recuerdo cuándo aparcábamos en la Catedral y corrían los coches por la calle Ancha... Ahora Ordoño II es peatonal. Las bicis son más visibles y los patinetes ponen a prueba nuestros reflejos y paciencia. También ha mudado el paisanaje, el paisaje humano. El envejecimiento es tan visible que andadores y sillas motorizadas se hacen hueco en las calles aún dominadas por el coche. Las mujeres se han puesto al mando del volante en coches y autobuses, algunos taxis y unos pocos camiones. A los hombres, les veo conducir carricoches o carritos de bebés. Hubo un tiempo en que estos vehículos llevaban matrícula, como las bicis y las motos. Vi unas placas este verano en el curioso museo de Los Telares de Toño en Argovejo.
Los papás empiezan a tirar del carrito. Con 16 semanas de permiso de paternidad que tienen en España, gracias a las reivindicaciones históricas de las odiadas feministas, ya pueden estar animados. Sobre todo si se comparan con los británicos,
que a estas alturas del desmantelamiento del estado de bienestar, están con 15 días de permiso laboral por ser padres. Las madres tienen hasta un año, aunque pierden salario de mes en mes...
Hay que celebrar estos avances sociales. Pero que los árboles no nos impidan ver el bosque. La corresponsabilidad está muy lejos de alcanzarse. Y aún hoy el trabajo no remunerado en casa que desempeñan mayoritariamente las mujeres supone más de un tercio del trabajo remunerado. Como señala la pionera en la investigación de los cuidados y del trabajo no remunerado en España, María Ángeles Durán, en las últimas décadas ha cambiado más su cara que el reparto de la carga de los cuidados. El techo de cristal de las mujeres en el trabajo, la promoción profesional, se sostiene aún en los suelos pegajosos de los cuidados, aparte del profundo machismo de la cooptación. Las mujeres tienen que elegir carrera o hijos, como apuntaba esta semana en León la magistrada María Luisa Segoviano, la primera mujer presidenta de sala del Tribunal Supremo.
A falta de corresponsabilidad, la población migrante se ha convertido en la gran proveedora de estos cuidados familiares, especialmente de las personas mayores dependientes. No sólo en España, sino en toda Europa, donde resuenan los discursos xenófobos. En ese Congreso de los Diputados donde la extrema derecha usa el espacio político como si fuera una cochiquera en la que se regodea con la mierda de sus insultos. En esas Cortes de Castilla y León que apagan la luz violeta para no ver la violencia de género, que es la expresión de la mayor de las desigualdades.
Hay hombres que conducen carritos de bebés. ¿Están dispuestos a compartir más responsabilidades de cuidados?