¿Alguien lo creyó?
Han destapado la caja de Pandora con la elección de las agencias deslocalizadas por el Gobierno y ha quedado claro que el alpiste no es para la España despoblada sino para las ciudades que tienen que competir con Madrid. Ya saben que lo último que salió del regalo envenenado de los dioses a los mortales fue la esperanza, esa que hace que nunca nos rebelemos. He leído los comentarios de cuantos debaten sobre las noticias en la edición digital. La mayoría nos desean que disfrutemos con lo votado, celebración a la que me sumo con ardor y con la convicción de que en esta provincia da exactamente igual todas las patadas que nos dé el destino... siempre saludamos el nuevo día con la expectativa de que las cosas cambiarán a pesar de que nosotros no lo hagamos.
Mientras los políticos se escabullen de su responsabilidad con el ardid del ‘quién la cagó primero’, sin admitir jamás una responsabilidad, el hartazgo llega a unas cotas que se vuelven preocupantes.
Lo de menos era la Agencia Espacial Española. Lo que de verdad importa es la cadencia de todos los acontecimientos que vienen sucediendo en los últimos cuarenta años y en cuyo desarrollo todos hemos sido cooperantes necesarios.
Lo de menos, sí, es la Agecia Espacial y es así porque todos lo sabíamos y todos nos dejamos engañar —como siempre— por los cantos de sirena de cuantos intentan, de nuevo, que la esperanza de que algo puede cambiar nos nuble la realidad a la que nos enfrentamos. En pocos meses votaremos en unas municipales que van a decidir no ya el poder en los pueblos sino en la Diputación. Vuelvan a votar a los de siempre para que en los próximos diez años ocurra lo mismo que en los últimos 30, para que los más de cien mil habitantes que pierda León sean ganados por Valladolid, esa misma provincia que, como si de un chiste se tratara, se presenta en la plataforma de la España Vaciada. Piensen muy bien a quién votar. El pronombre será importante. Y, por favor, cierren la puerta a la esperanza.