Diario de León

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Seamos serios. No vamos a fingir que pensábamos ganar, pero tampoco contábamos con caer de esta manera. Aunque la derrota, a la que deberíamos habernos acostumbrado, ha desnudado al menos el mecanismo interno que alimenta su rentabilidad. En cinco minutos, los carroñeros profesionales ya se habían apurado para desviar su responsabilidad hacia otro punto y hacer caja. No tenía razón otra vez Kennedy cuando, después de fracasar su escaramuza de invasión de Cuba en bahía de Cochinos, ahormó la cita de Napoleón para vender que «el éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano». No, hombre, no. Aquí, sobran deudos que reclamen los despojos para su provecho. No nos dejan ni perder a gusto, como hemos visto en la Agencia Espacial Española: el desastre que exhibe el patrón de miseria política en la que se explica la situación de decadencia de León.

La candidatura nació muerta. Gestada en solitario por la Universidad, con la patronal empresarial y la Cámara desaparecidas ante la imposibilidad de sacar tajada cierta, la propuesta se dejó ir con el convencimiento de que no merecía la pena dar batalla en la farsa del Gobierno. Lo sabía el PSOE leonés, de perfil siempre. Desde los parlamentarios nacionales hasta la Diputación e, incluso, el Ayuntamiento, donde el alcalde, siempre presto para arañar un voto populista de la manera más friki, no se embarcó en esta ocasión en promocionar el proyecto, como hacían sus rivales, sino que prefirió quedar a la espera para poder rentabilizar la decisión como un agravio. A la misma estrategia jugó el PP. La Junta, al revés que otras comunidades que se lanzaron a hacer lobby , sólo se movió, cuando este periódico destapó que no hacía nada, con el envío de una carta al ministerio en la que falseaba la fecha para hacerla coincidir con la publicación del artículo. Luego, volvió a segundo plano, rellenó un documento en el que metió a Palencia y Cebreros —eso sí, con León como «prioritario»— y se sentó a aguardar acontecimientos, mientras mantiene en la nevera desde hace meses el proyecto de la incubadora de proyectos aeroespaciales que concedió la Agencia Espacial Europea a la Universidad leonesa, pero en el que coló a Boecillo y Burgos, donde terminarán los réditos empresariales. El resto ya lo saben. Ganó Sevilla, esa España Vaciada, como Valladolid, y cada cual sacó los discursos enlatados para buscar rentabilidad política. Así, pierde cualquiera.

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