Diario de León

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Mira ayer por el sur y especialmente en Badajoz. Sus riadas fueron pantanadas; y estragando. Los ríos tienen una memoria que a veces parece vengativa. Y no lo es. Si les dejan, si no los violan o encarcelan (y aunque lo hagan), vuelven por donde solían. Su terca memoria es de elefante. Las avenidas de estos días en ríos de media España dejan fotos de caudales saliéndose de madre en busca de padre, el viejo lecho, su histórico fluir... y quienes sufren estos anegamientos claman al cielo gubernativo exigiendo más fortificación, aunque es el río el único que tiene toda la razón en esta guerra desigual al volver a campar por su dominio legítimo, su soto y su anchura fijada hace milenios, espacio feraz que ribereños y gobiernos fueron expoliando cuanto pudieron y cuyo robo es hoy aún más letal al disponer de maquinaria feroz... y voraz.

No me complace la riada que viene dañando, pero sí su lección. Y a veces me solidarizo porque en esta guerra, como en todas, hay que salir siempre por la víctima, que aquí es el río. Así que si alguna vez ese río se pone chulito habrá que entenderle, sabiendo además que se hace flaco favor al intentar acallarle calzándole más escollera, camisa de fuerza porque lo creen loco. Vuelven a exigirlo los que ven entrar el agua hasta el salón. No quieren saber que ese agua viene a pedir explicaciones. Y como no saben dárselas, les anuncia nuevas visitas... y en frac, exigiendo cobro.

Persiste todos estos días la tanda de aguaceros y se reiteró el desmadre. Al menos se superó la sequía agónica. Pero para areglar tanto secón y llenar embalses aún tiene que llover más... y  a cántaros , como lo pedía cantando uno de Badajoz, precisamente, Pablo Guerrero ( tú y yo, muchacha, estamos hechos de nubes , dice ahí).

A todo esto, no dejan de aparecer proyectos para aprovechamientos recreativos en ríos o sus márgenes. Cuidado. Todo lo que no sea renaturalizarlos consagrará un delito viejo que le robó hasta las pedreras. ¿Es que buscan civilizarlos? Lección mal aprendida. A los ríos, mejor ni tocarlos.

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