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El rumboso acto de los premios Aletic (¡gracias de nuevo!) nos dejó ese despiste que cosquillea cuando dicen que te rodea una realidad que ni siquiera intuyes. Un inquietante fantasma de progreso con muchos interrogantes. Con Yaiza Rubio y Chema Alonso como estrellas (los ‘chiefs’ supersónicos de Telefónica), el metaverso, los tokens y otros avatares algorítmicos sobrevolaron un Auditorio asentado sobre disquisiciones menos virtuales. Quizá el blockchain garantice con sus cadenas tan irrompibles como invisibles la trazabilidad de lo impalpable, pero quedaron en el aire temores de la inseguridad futura cuando aún no se ha resuelto la presente, he ahí los ciberfraudes que nos atizan a diario.

Y es que fuera del metaverso, o paralelo a él pero en apariencia mucho más acuciante, se enreda un guirigay que crece como bola de nieve y aprieta en lo que se siente, para dejar en un segundo plano lo que se presiente.

Se siente un ensordecedor mercado persa que vende la crisis democrática al mejor postor que quiera comprar un argumento preasumido; y se siente también el repetido soniquete del lamento por la escandalosa subida de precios de los alimentos que acompañamos (salvo el dramáticamente creciente e indefenso colectivo vulnerable) con un alegre dispendio prenavideño que parece que va a ignorar cuantos llamamientos a la lógica no mercantilista y derrochona se argumenten. No frenamos tras un verano loco, ¿lo vamos a hacer tras una Navidad irracional? Nada, quien puede se entrega al living la vida loca, y que sea lo que el mercado quiera.

La ceguera social es tal, impulsada por la nadería política y la despreocupación ciudadana, que hasta se compran las constantes cortinas de humo de los millones de euros que se nos argumentan como salvavidas de un sistema sin remedio, cuyo declive nos negamos a ver. Pasen y vean las ayudas a la vivienda de los jóvenes, a los apuros de los autónomos, a las rentas de supervivencia a los ahogados en la miseria,... La Ceoe denuncia que de los 33.000 millones presupuestados en los fondos Next Generation sólo se han movilizado 3.000. Buena parte para alimentar el discutible sueño del coche eléctrico. Mientras, los grandes banqueros pergeñan ya un banco malo en el que echar a lomos de otros el aluvión de pymes en quiebra que esperan para el próximo año. Y más y más. ¿Será el metaverso más peligroso que esta alarmante tontuna?