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Maravilla y hasta sonroja el dato: el Real Madrid saltó anteayer a la hierba del Villarreal sin que hubiera un solo español en su alineación inicial, ni uno. ¡Ánde iremos a dar! Podría hablarse incluso de un equipo de mercenarios, un club extranjero defendiendo con carísima paga la honra de los madrileños (¿y qué hace nuestra chulapa Ayuso al respective?, se pregunta el cheli que la vota). Repasando alineación: Courtois (belga), Militao (brasileño), Alaba (austriaco de ascendencia filipino-nigeriana), Rudiger (alemán), Mendy (francés), Tchouaméni (francés de ascendencia camerunesa), Modric (croata), Kroos (alemán); Valverde (uruguayo), Vinicius (brasileño) y Benzema (francés de ascendencia argelina)... una mini Onu en calzón y camiseta en pos del patadón glorioso, un comando de especialistas bajo pabellón pirata.

No fue esta la única perplejidad. Hablemos de colores. En esa alineación el equipo blanco era negro en más de la mitad: Militao, Alaba, Rudiger, Mendy, Tchouaméni y Vinicius... más otros dos que entraron en la segunda parte: Camavinga y Rodrygo. Y los madridistas de fondo sur o palco vip que vociferan en airado tono Vox ¿por qué no les llaman también a todos ellos inmigrantes y no les acusan de estar atracando las arcas locales con sueldos escandalosos que roban a todos los jugadores españoles que así se ven sin su pan y empujados al banquillo o al paro?...

En mi infancia de El Cid jugábamos al fútbol con pelota, jamás con caro balón de reglamento, y pocos iban con la Cultu que, si bien subió a Primera en 1955, descendió al año siguiente retornando a su rutinaria realidad mediocre en segundas y terceras. La mayoría de guajes iba con el Barcelona donde goleaba el leonés César o con el Madrid de Di Stefano, pero no éramos pocos los leales al Athletic de Bilbao por ser el único cuya plantilla era íntegramente vasca y, por tal, la que mejor representaba a su ciudad. El resto tenía algunos mercenarios, pero nunca hubiéramos imaginado que llegaría este hoy de tantos comprados... y tantísimos vendidos