Diario de León

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Empieza —empezó— el año como acabó el anterior. Y así que pasen 30, treinta más, que son los que hay entre el principio del fin y el final de lo que parecía una posibilidad. Así estamos, igual que en cualquier efeméride de las que recupera el periódico en la página del tiempo, que también sigue inveterado en León. El periódico publicaba ayer (hace 25 años) que el diputado Mario Guerra gastaba en cinco meses 682.055 pesetas en el teléfono móvil y que la Diputación había pagado en 18 la friolera —eso es mío— de 1.511.482 por las llamadas del político. ¿Qué? ¿Han cambiado las cosas? No demasiado. Tampoco parece que sean diferentes con el anuncio realizado por la Junta para el IES de Villaquilambre. Anuncia ahora 800.000 euros, casi tan poco como lo que se gastaba el alcalde de Vega de Espinareda en llamar a quien quiera que lo hiciera, ni siquiera un millón en licitar un proyecto que lleva siglos de negativas y que ahora, con la llegada del desastre electoral, admiten pero sólo un poco. Tres veces negó el alcalde —como San Pedro a Cristo— a los alumnos de su pueblo, a los pobres alumnos de Primaria que tres años después siguen emigrando a otros centros para cursar la Educación Secundaria ¡ojo! Obligatoria.

No olvidar al simpar Lázaro, que votó —no como Manuel García— contra la disciplina de partido y a favor del PP en la conformación del gobierno municipal con la promesa de que la infraestructura se haría sí o sí. O sea, que no, como siempre ocurre con el PP de la Junta, el mismo que nunca ceja en su capacidad de sorprender a los leoneses con más y más desprecios. Lázaro García Bayón aún es teniente de alcalde, en gerundio, igual que el otro leonesista que se fue, un tal Eleuterio. El segundo apellido del partido —uno más— que el resucitado creó para seguir en el momio corre el peligro de desaparecer también, de tanto que trabajan ambos por los pueblos que conforman el ayuntamiento. Ahora sólo queda saber cuánto dinero se ha gastado en llamar a Mañueco para convencerle de que cumpla sus promesas. ¿Cómo era, Lázaro? «Si tengo que tomar medidas, las tomaré»...

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