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«Un negocio redondo». Así calificó el presidente de la Fundación Repsol, el portugués Antonio Calçada, los proyectos forestales como el que ayer anunciaron para la localidad leonesa de Viforcos, castigada hace años por la virulencia de los incendios forestales, y que impulsa de una manera ejemplar, como todo lo que hace, la Caja Rural, la «nueva caja de los leoneses», con el apoyo de la empresa Sylvestris, responsable de ambiciosos proyectos de reforestación por todo el mundo.

Efectivamente es un negocio redondo, como todo lo que ahora lleva el sello de la sostenibilidad ambiental, ya este tipo de proyectos no solo ayudan a conservar la biodiversidad, que como en el caso de este pueblo de Santa Colomba de Somoza perdió tras un grave incendio forestal, capturan cantidades importantes de CO2 que dejan de estar en la atmósfera reduciendo así el cambio climático, y tienen un enorme impacto social, y por lo tanto económico. Por eso se llaman de triple impacto, porque cumple tres objetivos a la vez, y vienen a ser una especie de espejismo para todos aquellos que tratan de buscar novedosas fórmulas para luchar contra la despoblación en el mundo rural.

Pero este tipo de proyectos no pueden quedarse ahí. La semilla está sembrada y ahora tenemos en nuestras manos que esos miles de árboles que se van a plantar no caigan en el saco roto del abandono y el olvido y acaben siendo de nuevo pasto de las llamas. En nuestra mano está cuidar estos nuevos bosques, que como todos los que disfrutamos ahora, fueron plantados hace décadas por alguien que quiso que nuestra generación disfrute de ese tesoro natural. Como dijo también ayer el socio fundador de Sylveris, Enrique Enciso, lo que hoy plantamos lo disfrutarán nuestros nietos y lo que no cuidemos, lo que no hagamos sostenible y productivo, en referencia a esas nuevas masas forestales, terminará siendo pasto de las llamas.

Las claves de por donde va la nueva economía están «sembradas», solo hay que cuidarlas y preservarlas, porque esta es la única fórmula que nos puede funcionar para revertir el abandono de nuestros montes y de nuestros pueblos, porque ya se sabe, quien siembra recoge.