Diario de León

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No deseo el mal a nadie, pero en este caso no me atrevo a alegrarme: los delincuentes están viviendo una etapa que me atrevería a calificar de suerte. Realmente no es nada de última hora. Unos meses atrás vimos cómo abandonaban indultados la prisión los responsables del golpe de Estado en Cataluña.

Aunque leí muchas críticas a la decisión, no me pareció del todo mal siempre con la esperanza de que se tratase de arrepentidos y pidiesen algún tiempo de disculpas por leves que fuesen. No fue así. Su reacción fue que volverían a intentarlo. Podrían haber sido más discretos y no dejar con las posaderas al aire a quien les hizo ese discutido favor. Pero, ya se sabe, la gratitud no suele ser un bien común. Ahora los indultados incluso quieren más, se les liberó del riesgo de incurrir en sedición cuando lo vuelvan a hacer y también exigen que se les libere de las secuelas de la condena, que se dé el asunto por liquidado en cuanto antecedentes y que se les abra la vía legal para poder competir y aspirar a cargos decisivos e incluso a promover otros referéndums de autodeterminación. Igual que el que ya han intentado sin éxito, pero ahora con todas las garantías para conseguir que sus pretensiones triunfen y de paso desaparezcan todos los obstáculos para seguirlo convocando cuantas veces quieran, hasta que llegue un día en que el sí triunfe en las urnas.

En fin, como los ejemplos suelen cundir, también los independentistas vascos osen reclamar todo lo reclamable. Hasta que se reforme la Constitución a su conveniencia y se suprima la monarquía a su capricho. Se han olvidado pronto de que detrás está cerca de un millar de víctimas inocentes y que hay muchas viudas, hijos y mutilados que tienen que vivir entre ellos. Los jueces están confusos y discrepan entre ellos al dictar las sentencias partiendo de leyes contradictorias redactadas por políticos inexpertos, si es que no sectarios, y aprobadas por un Parlamento donde la algarabía impide que sus contenidos sean analizados con detenimiento y debatidos con serenidad.

Legislar no es lo mismo que debatir jugadas de mus. El caso más elocuente es la ley ‘solo sí es sí’, que pretende evitar que continúen produciéndose violaciones de mujeres. Y el resultado ya es conocido: los abogados defensores de los delincuentes han salido al quite y de momento se han apuntado el éxito de que 165 de sus clientes hayan visto reducidas sus condenas de la noche al día y 18 de ellos incluso excarcelados. Uno se pregunta qué pensarán las víctimas de semejantes agresiones cuando se encuentren con alguno por la calle.

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