Iglesia San José de las Ventas

Al parecer, el Obispo Álvarez Miranda deseaba «contribuir a mejorar la situación obrera» en la ciudad de León, y el 1º de mayo de 1928, su Secretario de Visita solicitó «permiso para construir un edificio con destino a iglesia y casa rectoral» en un solar de las Ventas de Nava cedido por el Ayuntamiento, con arreglo a los planos elaborados por Juan Crisóstomo Torbado. Torbado había proyectado una iglesia de cruz latina con nave de tres tramos y tribuna a los pies, bóvedas de arista entre arcos fajones, crucero bajo media naranja de doce gajos sobre preciosas pechinas de piezas vidriadas, y presbiterio en ábside semicircular flanqueado por la sacristía y un «trastero».

Al exterior rítmicos contrafuertes aseguran bóvedas y paredes de mampostería entre verdugadas de ladrillo, impostas de esquinillas y otros paños del mismo material. Estilizados vanos en arcos túmidos alancetados, o dobles de herradura en los hastiales del transepto, iluminan el templo. A sus pies, un bloque de dos plantas. La baja con pórtico de cinco arcos entre contrafuertes cerrados por labores de forja con sus enjutas arpadas bajo cornisa de canes aplantillados. En la planta primera dos volúmenes laterales presentan arcos entrecruzados, huecos alancetados bajo doble imposta y la misma cornisa de modillones. Entre ambos y sobre el pórtico, una esbelta torre de cuatro cuerpos.

El primero con vano en doble arco de herradura. En el segundo, lienzos arpados y un reloj entre escudos bajo friso de esquinillas. En el tercero triple arco morisco. Y en el cuarto el campanario con dos huecos apuntados y arpados en las cuatro caras, la fecha en azulejos entre esquinillas bajo impostas escalonadas y un esplendido alero de madera… Sin duda, Juan Crisóstomo concibió la iglesia instalado en su habitual Eclecticismo Historicista, aquí con J. B. Lázaro en el recuerdo. La dotó de un lenguaje interior más Neorenacentista que Neogótico, y la cerró con muros de ladrillo y mampostería siguiendo conocidos modelos toledanos y madrileños. Todo presidido por una magnífica torre, de un admirable, aunque tardío neomudéjar... Conocía bien el estilo... Era de Galleguillos.