La plaza de la Libertad
Dicen los entendidos que el año 1923 fue el año que cambió León. Sí parece que fue año de buena cosecha. Un siglo después recordamos, desde el punto de vista de las personas concretas, el natalicio de ilustres escritores (Antonio Pereira, Eugenio G. de Nora) o pintores (Julio Antonio Fernández Argüelles). Seguro que alguno más, al margen de otros sectores. Prácticamente sumido en el olvido colectivo el pintor, la ocasión parece propicia para dar a conocer su obra, al parecer muy interesante. Nunca es tarde para el conocimiento.
El asunto, sin embargo, transita por los caminos de las transformaciones que definen el progreso y la evolución de una ciudad, con sus lógicas derivas provinciales. De hace un siglo son, por ejemplo, la estación de Matallana, la pista aérea de La Virgen del Camino, la Plaza de la Libertad, conocida hoy como Plaza de Santo Domingo.
A pesar de los desplazamientos de los ejes de interés ciudadano, motivados por razones diversas, esta ha sido durante prácticamente un siglo el centro neurálgico de la vida de la ciudad. Servicios, edificios históricos, concentración de manifestaciones populares de todo tipo y condición.
Un compendio inevitable de la historia de León, como testimonian diversas publicaciones, la de José María López de Toledo por citar una. Evidentemente, su aspecto y estructura han cambiado a lo largo del tiempo, tal como también puede comprobarse en numerosas fotografías de épocas distintas y motivos diversos. Como seguro que la efeméride suscitará en alguien la curiosidad, queden tres testimonios de algunas imágenes de Loty, en el título que abre la colección Memoria gráfica de León (ILC), en Las fotos de Pepe Gracia, coordinado por Ninfa Gracia, o León a través de ‘La Gafa de Oro’, de Eloísa Otero. Buenos ejemplos.
Después de un intenso debate político, el entonces concejal Miguel Castaño consiguió la denominación de Plaza de la Libertad. Pero, como es sabido, duró el nombre hasta 1936. A partir de aquel año, Plaza de Santo Domingo, recordando el convento de la orden de los dominicos —fundada por santo Domingo—, un notable centro de enseñanza durante siglos. Pero esa ya es otra historia.