El títere de Pereira
Una estatua de bronce, sentado en un banco de la Alameda, y una marioneta cosida por las manos expertas de los tejedores de Fabularia Teatro. Más allá de la reedición de todos sus cuentos y de todos sus poemas, más allá de la reimpresión de su primer poemario, titulado El Regreso , y de la edición limitada a cien ejemplares de su último libro de versos, Una tarde a las ocho , de este año en que celebramos el centenario del nacimiento de Antonio Pereira —el escritor que fue niño en el barrio de la Cábila de Villafranca del Bierzo— quedarán sobre todo dos objetos.
El primero es una escultura en bronce elaborada en tres dimensiones para reproducir con la mayor fidelidad posible los rasgos del poeta y del narrador. Una figura apacible de abuelo sentada en un banco nuevo, colocada quizá, a la sombra de alguno de los árboles que hasta hace unos años daban cobijo a la Fiesta de la Poesía de Villafranca.
Empieza la cuenta atrás para que llegue ese día en que alguien, quizás algún forastero, se siente a en el banco y se pregunte quién fue ese hombre inmortalizado en bronce que tiene a su lado.
El segundo objeto aún tiene más hondura. Estoy seguro de que Pereira, que era muy socarrón, estará encantado de saber que un grupo de titiriteros están construyendo su versión en marioneta. Un muñeco que, como en la mejor tradición de la ventriloquía —el arte de modificar la voz para imitar otras voces— tendrá el timbre del escritor gracias a la multitud de entrevistas grabadas que dejó a lo largo de su vida. Y con ese cuerpo recosido y esa voz original, con dramaturgia de Miguel Ángel Varela y música de María José Cordero, el títere de Pereira será el protagonista de su propio espectáculo teatral, que lleva el título de Contar y Cantar y se estrenará el 15 de septiembre en el Teatro Bergidum de Ponferrada.
Y me imagino la marioneta, pasado el año del centenario y terminadas todas las funciones, conservada en un baúl, o quizá expuesta en una vitrina de la casa museo del autor en León. Un marioneta usada. Un títere manoseado por actores. Un muñeco manipulado para representar al autor de los versos de Meteoros que coge polvo cuando se baja el telón. O mucho me equivoco o Pereira ya debe estar riéndose ante su mejor homenaje.