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Una estrella fugitiva como las que observaba Pepe Álvarez de Paz en el cielo de la Sierra de Gistredo siempre huye de los límites. No entiende las fronteras de la Tierra. Atraviesa los países, las naciones, las ciudades y los pueblos, y nadie puede darle el alto.

Una estrella fugaz como las que fascinaban a Pepe, que nunca se olvidó de Noceda del Bierzo, siempre desaparece antes de alguien la atrape. Está en su naturaleza efímera.

O no.

Quizá sea Álvarez de Paz —antiguo eurodiputado, ex gobenardor civil de Pontevedra, un hombre que dejó la sotana (si alguna vez se la puso) cuando se dio cuenta de que la jeraquía de la Iglesia le ponía demasiados límites, demasiadas barreras— alguien que ha sido capaz de atrapar una estrella.

El astro reposa en una piedra colocada en un cruce de caminos en Noceda, bajo el cielo de Gistredo. Y la piedra tiene nombre, además. Límites , tituló Álvarez de Paz los versos que mandó labrar en la roca un año antes de morir; un poema que pretendía ser anónimo porque no lo firmó.

Dice el poema de Pepe que cualquiera que alce la vista de Gistredo en una noche de estrellas fugitivas, a cuatro años luz de la Genciana y donde Alfa alimenta su candela mientras vela por los soles que se apagan, encontrará millones de estrellas que caminan y giran junto a nosotros. Y se pregunta Pepe a qué vienen tantas prisas, por qué nos empeñamos en envolver el cielo con cinco letras cuando un solo giro del sistema tarda millones y millones de años...

A los dos años de que se fuera, una parte de las cenizas de Pepe reposan ahora junto a esa piedra sin límites, junto a esos versos escritos por alguien que sabe que se va a morir, al pie de la sierra de Gistredo en Noceda del Bierzo.

Otra cosa es que Pepe Álvarez de Paz, que le sobraba humanidad, haya conseguido algo parecido a la cuadratura del círculo; poner de acuerdo a rivales y amigos, meter una estrella en una roca, y lograr que de sus cenizas broten ideas de concordia. Quizá otros poemas también. Y sin duda estas líneas que tecleo ahora, conmovido por los versos que un viejo cura obrero que se fue de la Iglesia para defender a los pobres ha dejado escritos en una piedra.