Con sólo un bicho
Hay armas que no se confiesan tener, pero haberlas, haylas, y tenerlas, ya las tiene una gran potencia, el país más insospechado o un grupo de aloriados redentores que podría utilizarlas en el instante en que a un líder se le crucen cables o se le peguen las lentejas. Son mucho más mortíferas que mil bombas nucleares y de las que Bill Gates, al que se supone informado en su alta cúspide, viene advirtiendo hace ya tiempo y vuelve a insistir últimamente con no poca alarma. Lo llama terrorismo biológico. Valga el ejemplo: ¿cuántos millones murieron por un solo virus covid de expansión diabólica que ya pocos discuten haber salido de un laboratorio estatal de Wuhan, en la China opaca que ahora se despepita en aumentar su gasto militar como anunciando que su Ucrania será en breve Taiwan acusando a los americanos de estar inflándole la gaita testicular y hostigando sus alrededores? Rusia, amiguita, le proporciona un precedente a seguir. Y de postre, un cambio en liderazgos mundiales. Por ahí van nuestros temores en procesión como si fuera una rogativa estéril para que no llueva café con leches en el campo. Malos tiempos toca vivir. Nuestros esfínteres acabarán apretando como alicates.
Las plagas de Egipto se quedarán en chiste bíblico comparadas con las pestes que pueden sembrarse hoy en la población, la agricultura, los ganados, el agua o el medio natural con efectos catastróficos y devastadores jamás vistos, un armagedón desatado con sólo un bichito, un veneno microscópico o un aire infectado. Nunca la humanidad fue tan consciente de todo lo que se le puede venir encima... o por debajo.
¿Y qué hacer?... Rezará quien crea que un dios vendrá a impedirlo... convocará manifestaciones el tonto de las ilusiones... disparará letras el que piense que sirve para algo la tinta contra un tirano... Jorge Javier hará un debate en «Sálvame»... y Enriquín Fontún cantará a pleno pulmón lo que el zamorano Juan del Enzina, que murió leonés, compuso hace cinco siglos: «Hoy comamos y bebamos y cantemos y folguemos (follemos), que mañana moriremos».