El corredor de fondo
A ver, que como no podía ser de otra manera, lo del Corredor Atlántico va de terminar por laminar el noroeste en favor de la meseta. Es lo que se deduce del hecho de que el eje transversal —ahora tan de moda— sea el que va de Zamora a Orense, diluyendo de esa manera las posibilidades de Asturias y de León por acceder al futuro. Es lo que tiene Adif, que cuenta con las cartas marcadas a 20 o 30 años y las trampea además con el Miteco, que no para de quitar trabas a todas las empresas que se titulan como la película de Woody Allen, Coge el dinero y corre. La diferencia es que los inútiles somos nosotros.
Están los dos, Adif y Miteco, mano a mano para hacer todo lo posible. No les va mal. Hasta ahora, ganan, y eso que las cartas hace tiempo que se pusieron sobre la mesa. Mientras el Miteco prosigue su lenta pero constante campaña en favor de la despoblación, Adif desarticula la provincia del resto de España y nos deja el dibujo de la desolación, un tapiz en el que el cableado y las torres de las redes de evacuación de los proyectos renovables terminarán por convertir el territorio en un campo minado para la vida. ¿Quién pensará en que su próximo tren tendrá la provincia como estación?
El último pasó hace apenas un rato, un poco más allá de la Transición, y si no se remedia las maletas se amontonarán bajo la marquesina como la escultura de Eduardo Urculo en Oviedo.
Todos los anuncios que se hagan antes de las elecciones son ya la carta de renuncia que los sucesivos gobiernos han timbrado con destino a León y todos ellos, sin excepción, volverán a rescatarse cuando se acerque diciembre, que el verano en Cisasturia se diluye en un otoño que nunca termina de centrifugar el cobrizo de las hojas.
No sé si han leído La soledad del corredor de fondo. A veces pienso que el único destino al que podemos aspirar es a parar en seco, como el pobre Smith de Nottingham, un lugar tan parecido a León que en ocasiones parece que el horizonte de todos es el mismo, ya saben, jugar a perder.