Diario de León

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Una obra mayor de la literatura debe ser ilustrada con gran ambición humilde. El leonés Toño Benavides regresa mañana a su tierra, con la muestra Blanco y negro. Maestro del color nos trae ilustraciones sin él. He tenido la oportunidad de ver algunas, en su mayoría pertenecientes a una próxima edición sobre El corazón de las tinieblas , el relato maestro de Conrad. Fascinantes. Ha prescindido del imaginario de Coppola, quien la adaptó para su Apocalypse Now. La historia describe de forma críptica una navegación por el Congo Belga, colonia demoniaca del rey Leopoldo y su industria de la esclavitud. El ilustrador logra sacarle gama cromática al silencio. Nos lleva a navegar en busca de Kurtz y su proclamación: «¡el horror, el horror!». El visitante encontrará también otros mares prohibidos. «¿Quién no es esclavo? Decídmelo», se nos pregunta en Moby Dick. Benavides desdeña los grilletes y puede cantar con Leonard Coen: «Como el pájaro en el alambre/ como el borracho en un viejo coro de medianoche/ he tratado en mi camino ser libre». Y libertad es lo que recorre esta exposición, en la que los colores de lo invisible nos miran como cocodrilos fundidos con el fango. En arte, para ser libre debes dominar tu técnica y él lo hace. Ya nos asombró con su visión de Fortunata y Jacinta, por ejemplo. No ha empezado a navegar ahora. Simplemente, sigue creciendo.

No es una exposición más, sino obra mayor sobre obra mayor. El Congo colonial era propiedad de un monstruo disfrazado de monarca filántropo; sus cómplices, la sociedad europea del bienestar a cualquier precio. En efecto, «el horror, el horror». Hoy, la condición humana sigue siendo proclive al naufragio. Por fortuna, no todo ha sido hundido. Toño arriba mañana en El Cajón del Arte, en la calle Serranos, y reencontrarse con amigos es isla salvadora. Bienvenido a tu casa, de nuevo.

En Blanco y Negro la selva no es verde, ni el cielo azul o los atardeceres anaranjados, tampoco los pájaros lucen cromáticos plumajes… pero nos deslumbra el color de lo oculto. Obra mayor sobre obra mayor., y no hay otra forma de ilustrar a los grandes que intentando serlo. Benavides ha vuelto a lograrlo. Y sigue creciendo como ilustrador, también como poeta.

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