No hay feminismo sin los hombres
Queda mucho por hacer para lograr la igualdad real de las mujeres. Se ha avanzado sí, pero sigue habiendo grandes desigualdades en la atención y la protección de las víctimas de la violencia de género, el acceso a los puestos de responsabilidad, la conciliación o la equiparación salarial. Sobre la mujer recaen, siguen recayendo, casi de forma exclusiva las tareas del hogar, la atención a los hijos o el cuidado de los mayores y conciliar todo eso con el trabajo es muy complicado. Hay que seguir avanzando y solo se puede hacer desde la corresponsabilidad, desde la familia, desde la educación y desde la unidad. Unidad de hombres y mujeres en reparar una injusticia histórica y poner la igualdad real en primer plano. Unidad de los partidos políticos —ha sido posible en otros tiempos— analizando la realidad y proponiendo soluciones efectivas y compartidas. Unidad de los Gobiernos para luchar contra todas las amenazas que persiguen hoy a las mujeres en todo el mundo.
Hay más de 130 millones de niñas no escolarizadas. Las mujeres son excluidas de la cultura y casi de la vida en lugares como Afganistán. Las niñas son gaseadas en las escuelas de Irán. Ellas, mujeres y niñas, son víctimas permanentes de la trata y condenadas a la prostitución, también en nuestro país. Son violadas en todas las guerras, como la de Ucrania a las puertas de Europa. Llenan los campos de refugiados en Turquía, Africa o en la frontera de México con Estados Unidos. Se juegan la vida tratando de llegar al mundo libre y muchas la pierden con sus hijos recién nacidos. No puede haber feminismo sin los hombres. Muchos menos contra los hombres. No puede haber feminismo sin los más jóvenes, entre los que, al menos en España, se detectan brotes preocupantes. No puede haber feminismo si los partidos están divididos y enfrentados en este asunto. No puede haber feminismo si no hay una denuncia de todas las violaciones de los derechos de la mujer y una presión de todos contra los gobiernos que las impulsan, las toleran o las esconden.
El penoso espectáculo en el Congreso por la reforma de la ley del solo ‘sí es sí’, la soberbia y la incapacidad para reconocer y rectificar un error gravísimo, y la división —provocada y provocadora— del feminismo solo conducen al enfrentamiento estéril.
Hay que repetir que la ley que ha reducido las penas a cientos de delincuentes sexuales y ha puesto en libertad a decenas de ellos fue aprobada y jaleada por el Gobierno de Pedro Sánchez, por el PSOE y por Podemos, y legitimada por partidos como ERC, PNV o Bildu. Y que la rectificación, tardía y sin marcha atrás, no ha sido apoyada por Podemos —incluida Yolanda Díaz— ni por ERC o Bildu. Y la ley trans, propuesta, apoyada y aprobada por los mismos grupos, va a traer problemas parecidos: decenas de niños y adolescentes van a quedar marcados para toda la vida por decisiones para las que no están preparados y a las que, en muchos casos, son empujados por sus padres, perdón por sus «progenitores gestantes o no gestantes».
¿Rectificarán cuando ya se haya hecho el daño? No es feminismo hacer leyes sin prever sus consecuencias y despreciando la técnica legislativa. No es feminismo querer tener a los más jóvenes subordinados, tutelados, subsidiados, dependientes. No es feminismo querer que jóvenes y mayores vivamos la sexualidad como ellos dictan. No puede ganar el feminismo excluyente, disparatado, que divide. No puede ganar el feminismo que miente y disfraza la realidad sin pagar ningún peaje. No se lo merecen la inmensa mayoría de las mujeres ejemplares en la lucha y el esfuerzo. Ni un paso atrás, ni un derecho sin conquistar. En esa lucha tenemos que estar todos, sin exclusiones. Por supuesto, también los hombres.