¿Llión, isla del Japón?

No leo las pintadas callejeras, pero el otro día paseando por la Avenida Real me entró una por los ojos y sigo tan perplejo como si hubiese visto una rana con pelo. ¿Es espejismo?, le pregunté a mi mujer y aún se lo sigo preguntado. La pintada proclama farruca:» Llion no es Europa». Toma del frasco. ¿Ya no somos la cuna del parlamentarismo? Pues esto puede ser solo un adelanto de los que nos viene de encima, cuando irrumpan en escena quienes creen proceder del topo de la Catedral o del plantígrado leonés que se zampó al rey Favila. Decidme, tropa del aerosol, ¿si no somos europeos qué somos, ciudadanos de la república del Turulustán? ¿Una isla del Japón? ¿Metaverso a la deriva? Mozo o moza, cuando vayas de pintada… no bebas o fumes nada que te haga escribir estupideces, aunque las hayas acordado en asamblea, algunos espráis los carga el diablo. La pintada tiene más perlas, pues se lee además: «Otan fuck. Follamos todos o la puta al río». Esto último se me escapa, pues hace décadas que no me he dado un chapuzón en uno; eso sí, me ducho en casa todos los días, pues pone en marcha el cerebro. Se ha ilustrado con un niño ucraniano, muy feliz bajo la protección de la Alianza Atlántica; a su lado hay unas figuras afligidas, que representan otros países bombardeados. No parece razonable creer que el autor de la pintada y de los dibujos haya sido Putin, sino alguien de aquí. Lo de la Otan sospecho que pretende hacernos creer que son los ucranianos quienes han invadido Rusia. «Tocalle o carallo», que dicen en la KGB. La jungla del asfalto no se percibe tan bien en coche. O tan mal, claro.

En mi prehistoria profesional escribí una columna titulada «Blues de la tiza», sobre una declaración de amor que hizo en una pared un crío enamorado, y lo que le contestó debajo su no enamorada. También, recuerdo vagamente un artículo sobre la pintada «No más man», de la que sigo preguntándome si es genialidad o chorrada.

¿Llión no es Europa? Habemus gilipollez, que decían los de la Legio VI. A algunos se les está yendo la olla, la pinza y la vergüenza. Y lo luego dicen que don Quijote estaba loco por confundir las ventas con castillos, una nadería visual comparada con lo de estos neoalucinados.