Que te quiero verde
No puede por menos de parecerme guiño de cementerio cada vez que veo plantas y flores de plástico, hojarascas o ramos secos decorando interiores, hoy moda rabiosa en establecimientos de toda índole, desde bares a pescaderías, desde boutiques a restaurantes, desde hoteles a peluquerías... frondosos jardines verticales que tapizan a veces toda una pared o jardincillos colgantes en puertas exteriores o en techos como pensiles babilónicos, plantas y plantas de puro engaño como en una falsaria declaración ecoestilista, ecoambiental, ecosostenible y ecopelotas... ¡y qué fácil se contagia la manía en boga y la posturita!; no cesa el copieteo plagiándose todos y, por tal, cunde la falta de estilo y la originalidad que se espera de cada cual y que, lógicamente, brilla por su ausencia. Y como la cosa es barata y hortera, los chinos se ponen las botas; en fejes venden estos floripondios tiesos.
Verde, que te quiero verde, verde viento, verdes ramas, el barco sobre la mar y el caballo en la montaña ... resuena García Lorca y algún pijidecorador manflorita se toma lo del barco o lo del potro a su albedrío o entender y te planta un rinoceronte o medio delfín en la pared y al lado un palmeral balinés, algo que además de colarte en cementerio tropical te coloca dentro de un documental de La Dos. Verde, que te quiero verde ... No te pases, Rosarito, y déjate de colgar junqueras, lechugas y perejiles al tuntún, que las huertas ya tienen su momento y otro sitio.
De lo que no se percata el copiador de estos follajes decorativos es que esas farfollas plásticas son un perfecto depósito para acumular polvo, grasa y miasmas, capa tras capa hasta que su verde se vuelve cenizo y que, una vez instaladas, colgadas o esparcidas, ya no hay bayeta o plumero que les valga, les lave o les sacuda, así que sólo un golpe de aire levantará algo de ese polvo acumulado para que lo respiremos gratuitamente mientras nos maravilla que no haya inspectores de sanidad reparando en esa guarrada impune que, si es en restaurante, nos salpimentará el plato y la copa sin licencia del chef.