Diario de León

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Lo que negocios espurios llaman España vacía, León vacío, no quiere más gente. Se sabe porque entre todos los profetas que la han cogido perra con repoblar, como chopos o pino pinaster, para que no falte un mañana al hub maderero castellano que ampara la Junta, no hay uno que viva en un pueblo. Se viene abajo la ola de espuma que se elevó con motivo de las últimas elecciones, en la que parecía que iban a matar el oso nada más que uno de Teruel se entregó en cuerpo y alma al alpiste. Liquidan moscas a cañonazos en vez de con spray de neonicotinoides; es la fórmula elegida para liquidar la vida que sacó al hombre de la caverna y llenar de comida sintética el plato político, que de otra forma no llegaría a las tajadas. En Holanda se lió parda. La revolución campesina no tenía que ver con el reparto de la tierra, ni con los sindicalistas acaudalados del altermundismo Bové, el laboratorio stalinista de Marinaleda, la soldada del Per; ni siquiera, con la talegada con la que Bruselas subsidia el sistema de sembradoras quietas, una broma hasta que a Putin se le ocurrió meter los tanques en la despensa. Los medios genuflexos con el rollo monoteísta woke, que cada día amasa más poder, no informan de las calles de Países Bajos inundadas de tractores, dispuestos a pelear hasta el final; calla, calla, no se corra la voz, y se joda el plan Úrsula para que una ardilla recorra Europa en 2030 de molino de viento en molino de viento; y lo que alimente a la ardilla, que alimente al humano, humanoide a esa altura de siglo. Si se revolvieron contra Felipe II, ni por asomo se iban a cruzar de brazos ante la dictadura de los pijos. Caroline van der Plas, eso, mujer tenía que ser, aglutina un episodio de resistencia único ante la dictadura burócrata de la UE, que es sanchista. «Nos entierran en una montaña de papeles», se quejó hace dos días en el periódico un matrimonio de granjeros que da testimonio del acoso. El fenómeno BBB, BoerBurgerBeweging, ciudadano y campesino, viento y tulipanes, no se puede extrapolar a España; aunque gane el PP, mantendrá la política socialista. Ahora me alegro de no haberme dejado engatusar por esa Fanjul de la contra para armar el partido tributo a Jefferson. A estas alturas, ya nos habrían hecho un Olona.

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